"Un pueblo es, un pueblo es...", decía la famosa canción de aquel festival de la OTI. El alcalde de Arroyo de la Luz, Santos Jorna, dice que el suyo debe ser "caballos y voleibol". No habla de un monumento, una cocina autóctona o una empresa puntera. Habla de dos actividades deportivas. Acertada apuesta la del edil arroyano, pues sabe que el deporte genera, engancha y vertebra las sociedades, grandes y pequeñas. Desarrollo integral, generación de riqueza y fomento del empleo a través del mismo, amén de vida saludable, bien pueden ser un acicate para cualquier sociedad, máxime si ésta se encuentra en el ostracismo geográfico de los grandes focos de desarrollo, como es el caso de este municipio, integrado en la mancomunidad Tajo-Salor-Almonte.

De una tradición devota, las carreras en honor a la patroina, el pueblo arroyano, sin olvidar ésta, ha hecho de la equitación una forma de vida, arrastrando de forma masiva al turismo, y creciendo las actividades económicas en torno a esta opción de ocio y tiempo libre. Escuelas de aprendizaje, establecimientos de alimentación, últiles y cuidados sanitarios han crecido en esta localidad cacereña.

En cuanto a su otro ´buque insignia´, el voleibol, mayor acierto aún, pues movilizar a la sociedad a través de un deporte minoritario, más minoritario incluos por el hecho de ser femenino, no es tarea fácil. Luchar un sábado de invierno contra el ´fútbol de sillón´ y sus grandes ´cracks´, menos todavía. Su club ha puesto a la localidad en el panorama deportivo y no deportivo a nivel nacional, es capaz de reunir en su pabellón, llenándolo, jornada sí, jornada también, a gran parte de sus vecinos. Ha contribuido a la lucha por la igualdad de sexos y ha provocado que el interés por su práctica, en edades tempranas, haya crecido de manera vertiginosa. Y lo más importante: aumenta el sentido de pertenencia local, tan necesitada en tiempos de sociedades globalizadas como los actuales.

Ver en el deporte una opción oportuna, socialmente equilibrante, es sencillamente creer en el progreso. Arroyo de la Luz y su alcalde así lo han visto. Por ello, su apuesta debe ser apoyada, pues se ha entendido la función social y educativa que el deporte tiene, y que los organismos, deportivos y no deportivos, así reconocen. Esto y algo más son algunas de las cosas que el deporte da. A los grandes y a los pequeños pueblos. Por tanto, se debe tener la obligación de no rechazarlo.