Por fin sale algo bien en el deporte cacereño. Y es que el ascenso de la AD Extremadura de fútbol sala, consumado ayer en Toledo, viene a paliar en algo la temporada de fracasos y de problemas de al menos dos de los clubs más representativos de la ciudad.

La AD Extremadura es una debilidad personal. La gente que ha estado ahí durante tanto tiempo, y que ha luchado sobremanera para que Cáceres tuviera cada 15 días un espectáculo imprescindible, se merece que pasen cosas tan bonitas como un ascenso, aunque no sea a la categoría más alta. Pero es que si por algo se ha distinguido este club ha sido por su trabajo por la cantera del fútbol sala, no sólo local, sino incluso regional, aunque las zancadillas hayan sido una constante.

La existencia de la AD Extremadura, por poner un ejemplo claro, nos ha dado la impagable oportunidad de disfrutar del que puede que haya sido el mejor deportista extremeño de todos los tiempos --por cierto, a ver si ya este año se le concede la Medalla de Extremadura tras los reiterados olvidos a Javi Sánchez--, pero no sólo es eso. Ha habido mucho más, desde aquellos tiempos de División de Honor de hace doce años hasta ahora. Ha habido tanto que tampoco nunca será pagado lo que han hecho hombres como Fermín Naranjo o los más anónimos pero igualmente importantes Ricardo Moreno o Juanma Silva. Este, ayer, llevaba preparado el cava. Va por vosotros.