Existe una Federación Extremeña de Boxeo, radicada en Badajoz, pero que registra muy poca actividad. El deporte de las doce cuerdas se concentra en pequeños gimnasios como el que hay en un polígono industrial de Cáceres casi desértico, el de Mejostilla. Adoptando el significativo nombre de 'El gancho', es donde se ha establecido desde marzo la animosa tropa pugilística de Alexander Betancourt, un exiliado cubano. Y, para sorpresa de muchos, le va francamente bien.

Son 50 alumnos aproximadamente, "y con eso nos vamos defendiendo", dice, con ese acento caribeño tan particular. Cada uno de ellos paga 30 euros al mes y puede acceder al recinto cuando quiera, en cualquier momento, para recibir clases del fornido Betancourt, al que se le intuye un largo recorrido vital a sus 35 años.

"Hay una proyección y un trabajo. Hay que tirar para adelante", cuenta con desenfado mientras mira de reojo el trabajo de las cuatro personas que hay en ese momento en el gimnasio. Unos hacen pesas, otros le dan duro al saco... El mensaje principal es que es posible recibir clases de boxeo sin golpear ni ser golpeado por nadie, simplemente como modo para ponerse en forma. "Siempre estoy aquí", destaca.

Controversia

Betancourt reconoce la controversia que concita el boxeo, calificado a menudo como un deporte de bárbaros. "A esos les diría que prueben, que aquí no nos pegamos. Es más técnico que otra cosa y se necesita mucho trabajo físico. Para los que quieran un combate están además los cascos y riesgo siempre va a tener porque es un deporte de contacto, como el fútbol, en el que te meten una patada y te pueden romper la pierna. Pero es noble".

Entre el medio centenar de pupilos hay incluso ocho chicas de edades comprendidas entre los 17 y los 24 años. "Vienen, entrenan... No hay que pegarse. Hacen un trabajo específico para aprender las técnicas", apunta. No hay diferencia en el trato respecto a los hombres. "Pocos tienen todavía el nivel como para estar peleando. Se necesita un tiempo y ni siquiera es la misma preparación la del que va a competir de la del que viene a relajarse", reconoce. Un objetivo suele ser la pérdida de peso, que suele ser progresiva, pero segura. Se acaba sudando mucho con un circuito exigente de carrera, comba, pesas y movimientos técnicos.

Los alumnos

Aparte de los 30 euros mensuales, resulta barato practicarlo. Se pueden encontrar unos guantes por diez euros. "El que quiera boxeo en Cáceres no tiene excusa", concluye Betancourt.

Pero también hay que preguntar a su gente. "Hay muchos que piensan que el boxeo es para 'colgaos'. Y no es así. Lo estoy viendo como algo diferente: viene muy bien para quitar peso y para el stress . Te descargas totalmente dándole puñetazos a un saco. Para quitarse del tabaco, también. No hay nada mejor", apunta Angel Palacios, ilusionadísimo con su elección.

Según cuenta, no se ha subido a un ring todavía a enfrentarse con nadie. "Es otra forma de hacer ejercicio. No es algo agresivo", apunta. Es cartero, tiene 40 años y mantiene que es "inexplicable" que el boxeo pueda tener mala fama.

Tercia Jesús Mateo, vigilante de seguridad de 35 años: "En España siempre ha sido un deporte con mucho seguimiento, sobre todo en los 60 y los 70. Se ido dejando, por lo que sea. Pero los que lo hacemos somos gente normal". El sí ha peleado: "Si a lo mejor das un mal golpe, el compañero te dice que no pasa nada. Un abrazo y tan amigos. El fútbol lo veo más traicionero, porque te viene un por detrás y te rompe la tibia y el peroné. Aquí también aprendemos a recibir los golpes".

Ambos comparten devoción por su profesor: "Alexander está en esto desde los 13 años en Cuba. Dice que en su país le llamaban 'El pincho' porque con los golpes que daba en el hígado eran como si te clavasen una aguja. Su cuñado fue finalista en los Juegos de Atlanta en el 96".

La charla acaba. Tienen que seguir con lo suyo: trabajar el físico y la técnica. Algo se mueve en el boxeo extremeño: miembros de clubs de Badajoz y Mérida compartirán en 'El gancho' una jornada competitiva el próximo día 14.