La final femenina de 800 metros, en la que la vallisoletana Mayte Martínez tenía puestas muchas esperanzas, fue una final imposible, rota totalmente por el ritmo criminal que impuso la joven atleta surafricana de 18 años Caster Semenya, que dominó la carrera de principio a final. Semenya, una absoluta desconocida hace tan solo un año, ganó con una gran marca de 1.55.45, a menos de un segundo del récord de los Campeonatos que desde 1983 (Helsinki) ostenta la checa Jarmila Kratochvilova. Y a dos segundos del récord mundial de la checa, conocida en su época por una musculatura feroz y una apariencia eminentemente masculina.

Eso mismo se imputa ahora a Semenya, hasta el punto de que la federación surafricana, conjuntamente con la federación internacional, la han sometido a un test de feminidad cuyos resultados tardarán aún varias semanas en conocerse. Los controles de sexo fueron obligatorios en los Juegos Olímpicos desde 1968 hasta el 2000, pero a partir de entonces se practican en muy contadas ocasiones. Semenya, que este año había rebajado hasta ayer en siete segundos su mejor marca, hasta dejarla en 1.56.72, entra en los supuestos en ser investigados, por su ilógica progresión. La atleta, que cultiva la ambigüedad, con el pelo muy corto, se reivindicó ayer tras la victoria marcando bíceps. La defensora del título, la keniana Janeth Jepkosgei, quedó a dos segundos (1.57.90), lo mismo que la medalla de bronce, la británica Jennifer Meadows.

NADA QUE DECIR Mayte Martínez, en su cuarta final seguida en unos Mundiales (fue tercera en Osaka hace dos años), no tuvo opción en ningún momento, ya que marchó la última hasta los 200 metros ante la fila india organizada por Semenya. Al final reaccionó y acabó séptima, empatada con la sexta en 1.58.81, una gran marca de todas maneras.

"¿Semenya? No tengo nada malo que decir de ella. Es una atleta formidable y los tiempos que consigue hablan por ella. En el atletismo hay un cronómetro y los condicionales no existen. La carrera ha sido como ha sido y no está en mi mano cambiarla", dijo Mayte Martínez.

El otro finalista, el canario Mario Pestano, decepcionó otra vez en el momento decisivo al ser décimo en disco, con 62,76 metros. Para la posteridad, en todo caso, dejará sus frases: "En el mundo hay cinco o seis mil millones de personas y yo he quedado entre los 10 primeros. No sale y no sale, ha sido más de lo mismo. Un bebé se cae 2.000 veces antes de caminar".