Fue Alberto Ruiz Gallardón, alcalde de Madrid entonces, quien en el 2004 empezó a dar vueltas a la posibilidad de llegar a un acuerdo con el Atlético para que el club rojiblanco se trasladara a 'La Peineta'. Formalizó su iniciativa en el curso de la presentación de la remodelación que se iba llevar a cabo en la instalación central de la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos del 2012. "El Atlético de Madrid está abierto a todo y lo que es imposible en cualquier otro club, es posible en el nuestro, pero no es una decisión que se vaya a tomar ahora", dijo aquel martes 6 de julio de hace 13 años el presidente rojiblanco, Enrique Cerezo.

Fachada principal del Wanda Metropolitano / DAVID CASTRO

Dos años más tarde, y cuando el proyecto de construir un nuevo estadio en el barrio de Campamento parecía estar ya muy avanzado y contaba con el apoyo de la mayor parte de la afición, las negociaciones entre el Ayuntamiento y el Atlético sobre la venta del Vicente Calderón experimentaron un cambio de rumbo decisivo para que 'La Peineta' se acabara convirtiendo en la futura casa rojiblanca.

Carrera olímpica

Se empezó a buscar una fórmula para ceder al Atlético la propiedad del estadio que no obstaculizara la carrera olímpica, ya cara a 2016. El COI exige que el estadio olímpico sea de propiedad pública, por lo que 'La Peineta' no podría ser oficialmente atlética hasta después de los Juegos, pero el club estaría dispuesto a jugar alquilado hasta entonces y pasar a ser el dueño reconocido tras unos hipotéticos Juegos, si el Ayuntamiento era generoso en su compensación por los terrenos del Calderón, que el club cuantificaba en ubnos 250 millonesor. Gallardón estaba muy interesado en que el Atlético dejara el Manzanares cuanto antes y se olvidara de Campamento para darle así un uso postolímpico a 'La Peineta', algo muy valorado por el COI a la hora de elegir.

Interior de Wanda Metropolitano el pasado lunes/ ATLÉTICO DE MADRID

La decisión del COI de conceder los Juegos del 2016 a Río de Janeiro en octubre del 2009 hizo que esos problemas quedasen superados de golpe, así como el de la problemática convivencia con la pista de atletismo durante esos años, aunque pervivían las dudas en torno a la aceptación social de la nueva instalación en un barrio sin tradición rojiblanca de Campamento y Carabanchel. Ya se había firmado el convenio patrimonial, en el que se recogía que las obras empezarían en el verano del 2009 y estarían acabadas en un máximo de tres años, por lo que, en principio, el equipo colchonero estrenaría su nuevo estadio en la temporada 2012-13.

Llenos asegurados

Por fin, después de distintas vicisitudes relacionadas con la recalificación de los terrenos ocupados por el estadio Calderon y la cervecera Mahou, la otra parte implicada en la operación, y el cambio de titularidad del suelo de los terrenos donde se ubica el nuevo estadio, el Wanda Metroplitano abrirá sus puertas cinco años después para que el Atlético lo estrene contra el Málaga, abarrotado por los 68.000 espectadores que protagonizarán su primer lleno, asegurado ya también para los siguientes encuentros: los de Liga contra el Sevilla y el Barcelona y el de Champions ante el Chelsea.

Nuevo retraso

Una puesta de largo que volvió a quedar en entredicho cuando en noviembre del 2014 el Atlético y el grupo FCC, encargado de la construcción del estadio, acordaron un nuevo retraso en la entrega para antes del final de la pasada temporada en vez de al inicio, mientras la empresa anunciaba la paralización “"momentánea"” de los trabajos. En el club no dejaron de asegurar que no habría nuevos retrasos, pero nadie estaba en condiciones de creerlo. Finalmente, el pasado 5 de mayo el Atlético y el Ayuntamiento firmaron la escritura de transmisión del estadio por un precio de 60.297.519 euros, a los que hay que añadir los 310 millones que ha costado finalmente la construcción del nuevo recinto, según los datos facilitados por el propio club: 170 ha puesto la entidad rojiblanca y el resto es parte de la compensación por los terrenos del Calderón.

Continuidad de Simeone

Dieciséis días después, el 21 de mayo, el equipo rojiblanco jugaba su último partido en el Calderón, con victoria sobre el Athletic (2-1). Última página de una historia que empezó en el 1966 y que en los últimos años, de la mano de Diego Pablo Simeone, ha vivido su etapa más gloriosa. La mudanza fue factor clave para la continuidad del técnico argentino, que acaba de ampliar su contrato hasta el 2020 después de haberlo recortado hasta el 2018, y allá que va el Atlético con la promesa de hacer algo más que sombra al Madrid y al Barça en España y a seguir insistiendo en ganar la Champions que tuvo al alcance de la mano en 2014 y 2016.

Simeone ha pedido en rueda de prensa que el estadio sea una "olla a presión" / KIKO HUESCA (EFE)

No piensan en otra cosa los aficionados rojiblancos, pese a la dificultad añadida de la sanción de la FIFA de no poder fichar hasta el próximo mercado, ahora que van a ocupar un estadio de referencia, que tras su inauguración seguirá ocupado por los operarios al menos hasta Navidad, lo mismo que sus alrededores en las obras de urbanización del entorno. Pero ahí está ya el estadio diseñado por el estudio Cruz y Ortiz Arquitectos, con la ingeniería a cargo de la multinacional Schlaich Bergermann Partner, una cubierta de 46.500 metros cuadrados que da cobijo al 96% y una iluminación 100% LED. Ocupa una superficie de 83.000 metros cuadrados, se han utilizado 6.300 tonelanas de acero y tiene una altura máxima de 57 metros.