Los secundarios siguen robando escenas a las estrellas de la gran superproducción de la NBA. Si el veterano Derek Fisher fue el protagonista del triunfo angelino en la tercera entrega del duelo Lakers-Celtics, dos actores de reparto --Glen Davis y Nate Robinson-- decantaron la balanza del lado verde en el cuarto pulso (96-89), situando el 2-2 en las series por el título.

Nate Robinson, el base que con sus 175 centímetros ha ganado tres veces ganador del concurso de mates, fue el revulsivo que cambió el ritmo de los Celtics. Y Davis, una mole de 206 y 131 kilos, aprovechó la ausencia de Bynum (que no termina de superar sus problemas en la rodilla) para sentenciar anotando 11 de sus 18 puntos en el último cuarto. Los dos comodines de Doc Rivers dieron un giro inesperado a un partido que, hasta entonces, se había desarrollado según el guión previsto por el técnico local. Al amparo del ambiente bronco del Boston Garden, el partido áspero, con continuas interrupciones. Pau Gasol empezó a un ritmo sensacional (17 de sus 21 puntos en la primera mitad), pero acabó ahogado por la rocosa defensa de Rasheed Wallace y la falta de descanso (jugó 44 minutos). Lo mismo le ocurrió a Kobe Bryant. El escolta angelino (33 puntos, 21 en el segundo acto) volvió a echarse el equipo a la espalda pero llegó ahogado al desenlace.

El ala-pívot catalán (que capturó 6 rebotes) advirtió que la dureza seguirá in crescendo conforme avance la serie. "La eliminatoria se va a calentar todavía más y se va a hacer más física en cada partido", afirmó. Mañana, quinto partido.