El Bernabéu queda hoy más lejos que ayer para el Barcelona antes del dudoso arbitraje recibido en Milán. Pero la indignación ante la actuación del colegiado y la actitud provocadora de Mourinho ha revertido en una creciente confianza en remontar el 3-1. Ni Guardiola ni los jugadores tienen dudas y, ya en la madrugada del miércoles, circulaba un mensaje entre ellos: "Iremos a Madrid".

En cuanto acabó el partido, los jugadores se abalanzaron sobre el árbitro portugués en medio de una enorme excitación. Keita, uno de los que nunca acostumbra a perder los nervios, era de los más indignados. La tensión siguió en el túnel, con Mourinho como actor principal, y en el vestuario donde se vivieron escenas insólitas, con algunos jugadores más que rabiosos. Escenas que el Barça triunfal de Guardiola apenas ha vivido en sus casi dos años de vida. De hecho, es la primera derrota en 115 partidos por más de un gol.

Pero al rato ya se produjo un cambio de chip. El mensaje de Guardiola fue claro. Se acabaron las quejas y las lamentaciones. En cuanto dejaron atrás San Siro, subidos en el autocar, esta vez para ir al aeropuerto y regresar a Barcelona en avión, entre el equipo empezó a crecer la confianza en la remontada. Algunos lo expresaron a través de mensajes, bajo un lema común: "Iremos a Madrid". Pasadas las tres de la madrugada, a su llegada a El Prat, más que una ilusión era una convicción.

POLEMICO MOURINHO Será la quinta vez que Mourinho acuda al Camp Nou. Y, como es habitual en él, se hará acompañar de la polémica que ha cultivado para convertirse en el centro de atención del encuentro. Con un doble objetivo: atraer la tensión, descargando a sus hombres de la presión, y fomentar la crispación ajena. "En Barcelona hay teatro del bueno" es su frase más célebre cuando acusó a Messi de simular faltas. O sus reiteradas quejas de los arbitrajes frente al Barça.

Pareció otro cuando estuvo por última vez en el Camp Nou en noviembre con el Inter. Pero es el mismo de siempre. El martes proclamó que el Barça no sabe perder, denunció un rifirrafe con Xavi y agitó el arbitraje de Ovrebo como ejemplo de que los azulgranas no están acreditados para quejarse.

Pero el Barça no caerá de nuevo en la trampa de obsesionarse con Mourinho en lugar de fijarse en los jugadores o la preparación del partido. Guardiola es el primero que exige deportividad y respeto y evitará que Mou tenga el protagonismo que busca. Ya eludió la confrontación el martes, cuando era más difícil.

Dos goles de diferencia necesita levantar en el que ha sido el peor resultado de los últimos dos años. En anteriores eliminatorias solo tuvo que superar, cuando jugó la ida fuera, empates en Stuttgart (1-1), ante el Arsenal (2-2) y en la Copa del año pasado frente al Espanyol (0-0). Así de buena ha sido la trayectoria del Barça. Pero ahora asume un reto mayúsculo ante un equipo competitivo y experto.