Barcelona y Espanyol disputarán mañana (21.45 horas), en el estadio de la Nova Creu Alta de Sabadell, el primero de los dos derbis que protagonizaran esta semana y en la que está en juego el título de campeón de Cataluña.

Sin embargo, este primer asalto no será más que un ensayo con vistas al del próximo sábado, donde el morbo estará asegurado con un Barça que se juega sus opciones de conquistar de nuevo la Liga y un Espanyol con ganas quitarle al eterno rival dicha posibilidad.

Aunque el equipo de Ernesto Valverde es el vigente campeón de la Copa Cataluña, su prioridad sigue siendo el partido del Camp Nou, el mismo escenario donde la pasada temporada tuvo que soportar que la afición azulgrana les cantase "A Segunda, a Segunda" y donde esta campaña desea dar la campanada y ponerle en bandeja la Liga al Real Madrid.

Así pues, Valverde volverá a apostar por los jugadores del filial españolista, que ya han acabado la temporada, para jugar este encuentro. El técnico blanquiazul ya optó por esta decisión ante el Lleida y consiguió el pase a la final, aunque sufriendo más de lo esperado al verse obligado a llegar hasta la tanda de penaltis.

El entrenador blanquiazul evaluará de nuevo a algunas de las jóvenes promesas del club de cara al futuro más inmediato. Pocos jugadores del primer equipo participarán en esta devaluada final, porque Valverde no desea arriesgarse a que el equipo, que no podrán contar con el argentino Pablo Zabaleta, David García y el uruguayo Walter Pandiani para el próximo encuentro de Liga, sufra más bajas.

El Barça, que ha padecido durante la última semana la diáspora de sus internacionales, también alienará un once plagado de suplentes y jugadores del filial, tal como ocurrió en la semifinales ante el Gimnàstic de Tarragona, al que ganó en el tiempo añadido (3-4).

Ni siquiera Xavi Hernández, que ha vuelto a la disciplina azulgrana al no poder jugar con España ante Liechtenstein por sanción, entrará en una convocatoria en la que Frank Rijkaard incluirá a sólo ocho jugadores del primer equipo.

El técnico holandés, que debe preparar otro partido contra el Espanyol en cuatro días, no quiere dar pistas al rival ni tampoco sobrecargar de minutos a sus jugadores, ya que el objetivo para este final de campaña no es otro que centrar todos los esfuerzos en ganar los dos encuentros de Liga que quedan y esperar un tropiezo del Real Madrid para cantar el alirón por tercer año consecutivo.