No es el tricampeón, pero se le parece mucho. Y mucho es mucho, es decir, se diría que casi no han pasado las vacaciones para casi ninguno de ellos. Cada día es más reconocible, va enseñando más virtudes, va jugando con más fluidez. Bueno, con la fluidez que se le conoce. Al Barça se le ve preparado para ir a Bilbao (primera estación, donde se disputa la ida de la Supercopa española) y enfrentarse a un partido a todo tren. Aspero, previsiblemente, más duro que los cinco ensayos de pretemporada que ha acumulado, pero está en condiciones de continuar por el camino del éxito.

Los técnicos habían alertado de que el último partido de la gira sería el peor porque los jugadores acusarían el cansancio. El aviso no fue oportunista: llegó en el segundo día de la gira, en Los Angeles. El resultado fue el peor, un empate ante el Chivas (1-1). Pero se equivocaron. Por un día. El Barça no ganó en San Francisco por un despiste defensivo puntual, que puede producirse en cualquier campo y frente a cualquier rival, pero la imagen fue buena.

Sobre todo, en el primer tiempo del encuentro de despedida, cuando Guardiola enseñó sus planes. El Barça del domingo puede ser el Barça del próximo domingo. No se adivinan muchas variaciones. Un par a lo sumo. Todo dependerá del estado físico de los internacionales a su regreso de los partidos de selección del miércoles.

TEMOR A LESIONES Ojalá Messi, a quien ayer una pancarta comparaba con Harry Potter, vuelva entero de su viaje a Moscú, que Xavi conserve las fuerzas tras enfrentarse a Macedonia y que Puyol y Piqué regresen sin un rasguño para no aumentar la crisis de los centrales, algo delicado tratándose de una visita al enorme, al duro, al mítico estadio de San Mamés. Por Alves no hay que preocuparse. Es un portento físico y estará listo para devorar kilómetros y más kilómetros.

Como ya está listo Pedro, el muchacho que despuntó el año pasado por estas mismas fechas y ahora se ha convertido ya en casi fijo. Sentirse jugador del primer equipo ha obrado un efecto benefactor en Pedro.