El Barcelona tiene un escenario casi imposible para el partido de vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones contra el PSG, primero porque su fútbol no invita a un gesta de grandes proporciones, y porque tendrá en contra el peso de la historia, ya que nunca, en el nuevo formato de esta competición, se ha remontado un 4-0.

La decepción se ha instalado en el barcelonismo tras el varapalo de París, donde los jugadores de Luis Enrique Martínez volvieron a exhibir una pobre impresión, aunque esta vez acompañada de una goleada, que no es nueva para el Barcelona en esta competición, pues en la temporada 2012-13 el Bayern de Múnich hizo lo propio (4-0), pero en la ida de las semifinales.

Llegó el Barça a París con un equipo cargado de minutos por Liga y Copa, con dos de sus jugadores clave en el centro del campo, como Iniesta y Busquets, recién salidos de sendas lesiones y sin el ritmo que exigía el choque, aunque el Barça no se apartó mucho del guión que ha representado en muchos de los últimos partidos: mal juego salvado, por detalles estelares de sus tres hombres de arriba.

Para muchos barcelonistas, el juego en parte no sorprendió, porque esta temporada el equipo ya ha brindado minutos y partidos de desconexión absoluta, pero sí el resultado, que ha acabado siendo un castigo que hacía años que no sufría la entidad. La esperanza es escasa.