No me como el coco; lo intenté y pasó...». Así de fácil, sin estridencias, hablaba Karim Benzema de su jugado en el Calderón, una genialidad para la historia. Su genialidad en el minuto 41, deshaciéndose de Godín, Savic y Giménez en una baldosa sobre la línea de fondo y abriendo el camino del gol de Isco ocupó ayer portadas y minutos de radio y televisión. «No sé ni cómo ha salido de ahí», reconoció Zidane al término del encuentro.

El francés explicó su genialidad en Canal+ Francia con la misma frialdad que le caracteriza, esa que a veces le ha generado muchos disgustos entre la afición madridista. ««Es un balón en profundidad. Estoy un poco solo y de repente vienen tres defensores hacia mí. Después lo intento y sucede. No me como la cabeza. Así que cojo bien la pelota y encuentro a mi compañero Kroos. Eso relanzó al equipo».

De la nada, de un saque de banda con rapidez de Cristiano Ronaldo, el galo inventó una acción de genio que pasará a la historia de las mejores jugadas en los anales del club.

Hasta ese momento, Benzema casi no había aparecido. Solo asociándose en un par de ocasiones con sus compañeros cayendo a las bandas. Es un ‘nueve’ diferente que brilla por más cosas que por marcar goles.

«Es un delantero espectacular, nos da muchoas cosas», explicaba ayer Nacho, «nos da muchas cosas. Tiene una calidad tremenda y jugadas como las del Calderón deciden una eliminatoria. Pensaba que no salía y cuando lo consiguió fue algo espectacular». «En el fútbol no solo son los goles. Karim tiene gol pero también tiene estas cosas», añadió Zidane.

La genialidad de Benzema fue una de las claves de la clasificación del Madrid para la final de Cardiff contra la Juventus.

La capacidad de sufrimiento de los blancos fue otro de los puntos importantes. En 16 minutos el Madrid se vio en el escenario menos deseado, con dos goles en contra y un rival que mordía empujado por su afición, al límite en la agresividad permitida. Dos directos encajados podían hacer tambalearse al campeón, que estuvo a punto de echar por tierra la ventaja que logró en el Bernabéu.

Pero aprovechó un respiro del rival para adueñarse del balón y ganar confianza desplegando sus cualidades ofensivas. El premio lo recogió antes del fin del primer acto con un gol que sentenciaba la eliminatoria y plasmaba su grandeza para levantarse con rapidez en los momentos de apuro.

EL LIDERAZGO DE ISCO / A los que le exigían una exhibición en un partido de altos vuelos, uno de los que marcan la temporada, Isco les brindó un recital en el césped del Calderón. Lo había hecho ante rivales de menor entidad y lo repitió en una semifinal de Liga de Campeones en la que se jugó a lo que él quiso.

Desde el inicio invitó a sus compañeros a tener personalidad con el balón, aguantarlo, no rifarlo y encontrar en la posesión el camino para frenar al Atlético. Con libertad de movimientos en la media punta, disfrutó en cada acción e hizo disfrutar a sus compañeros, aguantó cada entrada que recibió para frenar su fútbol, colaboró con numerosos esfuerzos defensivos y fue el canalizador del juego de ataque del equipo de Zidane.

LA ‘VUELTA’ DE KEYLOR / Su gol, en la jugada que siempre será recordada por la acción de Benzema, es el premio a una temporada en la que, tras especularse con su futuro, ha demostrado que merece ser titular del Madrid.

Recuperó la confianza perdida metido en el partido desde el primer segundo, haciendo una parada inicial a Koke que le hizo sentirse fuerte y ni los dos goles en contra le intimidaron. Nada pudo hacer en ellos, incluso acarició el balón en el penalti de Griezmann. Mostró la imagen de portero seguro de la pasada campaña y protagonizó paradas salvadoras, como una doble a Carrasco y Gameiro para corregir a quemarropa un error de Danilo. Una parada clave en el Bernabéu y su exhibición en el Calderón son los méritos que necesitaba para recuperar la admiración del madridismo.

En el campo, la forma de entender el fútbol de Zidane la plasman Luka Modric e Isco. En cuanto los dos ganaron protagonismo con la posesión del balón, el Madrid respiró y recuperó sus señas de identidad tras aguantar la salida en forma de apisonadora rojiblanca.

«Llegamos a la final en gran momento y hay que conseguir ganarla», añadió ayer Nacho, que recordó la final de 1998, en la que el gol de Mijatovic en el minuto 67 sirvió a los blancos para superar a la Juventus. En aquella Juve, por cierto, jugaba Zidane.