Eran amigos, muy amigos, y a ambos les unía, entre otras cosas, el baloncesto. Puede que nunca hayan recibido el reconocimiento público que merecieron, pero la historia les compensará sobradamente. De ello estoy convencido. Ellos se han restado importancia, pero fueron determinantes, en mi opinión, en la gesta deportiva y social que supuso aquel 10 de mayo de 1992 y todo lo que se desencadenó después.

El alcalde de Cáceres de entonces, Carlos Sánchez Polo, estuvo detrás de aquella operación modesta, pero que finalmente adquirió dimensiones mastodónticas. Él y el presidente, José María Bermejo, con gente fiel alrededor como Ángel González, Santos Chaso, Manuel Arroyo, ‘Lete’, o Juan Luis Morán, todos ellos de la misma ‘pandilla’, gestaron aquel éxtasis. Por supuesto, el médico, Jesús Pérez Caro; el preparador físico, Lázaro García, o el fisioterapeuta, Juanjo Rubio, también pusieron mucho en aquello.

Se ha hablado de Martín Fariñas, de su segundo, Ñete Bohigas (único ‘superviviente’ en otro club), o de Jesús Luis Blanco y sobre todo de jugadores como Jiri Okac, Juan Méndez, Ángel de Pablos o Felipe García, por completar ese mítico cinco inicial, pero los nombres de Bermejo y Sánchez Polo están en lo alto de los ‘responsables’ de que Cáceres disfrutara de la élite del baloncesto durante 11 años.

Esta misma página también contiene imágenes de los otros grandes ‘culpables’: los aficionados. Jamás se ha visto --ni se verá-- nada igual.