Fue un partido de reencuentros y nostalgias, una noche agridulce en la que José María Saponi volvió al palco, los expresidentes José María Bermejo y Pedro Núñez regresaron a la grada y también retornaron a su pabellón favorito cuarenta Fuenlabrada Blues que en los tiempos de la Liga ACB no faltaban nunca a su segunda casa.

El espíritu del 10 de mayo del 92 presidía los prolegómenos. Carlos Sánchez Polo, el alcalde de aquel ascenso glorioso a la ACB, paseaba por el pabellón con cierta melancolía. "Hombre, hoy estoy más tranquilo que aquel 10 de mayo de hace 13 años. En el partido contra el Prohaci Mallorca se metieron en la bombonera 3.000 personas, cuando sólo cabían 1.500. Hubo muchachos que se colaron por el tejado".

Sin colas

Esta vez, no había ni 2.000 personas, pese a la cifra oficial del club (2.731). Nada de las colas de aquella primavera feliz: ni en las taquillas, ni en las puertas, ni en el bar, ni en las letrinas... En la banda, Ñete Bohigas y Casimiro bromeaban y entre el público había conformismo. "A ver si podemos ver un par de buenos partidos para despedir esto". Reinaba, en fin, un ambiente de propina, de limosna, de migajas de un banquete. Comenzó el encuentro y el preludio sentimental se convirtió en una noche de pasión y presión hasta que en el último cuarto el Fuenlabrada se despegó. Pero a pesar del calor de la grada y de un par de tanganas en la cancha, entre los jugadores predominaban las palmaditas y las sonrisas. Los colegiados participaban del buen rollito y a dos minutos del final, Casimiro y Ñete se vacilaban cachondos de banda a banda a raíz de un equívoco arbitral. 13 años después, no hubo locura ni frenesí, sino besos para todos y despedidas esperanzadas entre vecinos de asiento: "Ojalá volvamos a vernos la temporada que viene".