El Patronato se acordó de mí y yo se lo agradezco. Me invitaron a la fiesta en Madrid, donde celebraron los 60 años de las quinielas, pero el Pitoniso hace bien en reservarse. El Pitoniso Pito, Ricardo Pastor, es decir, yo, tiene ya 82 años y de la misma forma en que el otro día oí decir a Thuran que prefería evitarse la carrera de acudir al otro lado del campo, allá lejos, en el corner opuesto, para festejar los goles "porque así, cuando saquen de centro, ya me pillan en el sitio", yo preferí quedarme en casa agradeciendo, eso sí, que alguien se acordase de que yo también cumplía años, 55, en mi ilusionante mundo del pronóstico. Las quinielas empezaron hace 60 años, con solo siete partidos, y yo arranqué hace 55. Casi tenemos la misma edad. Yo, enemigo del ordenador (quita la gracia al juego), pasé del lápiz al bolígrafo y de los 7 a los 14 y, después, a los 15 pronósticos.

Aún recuerdo la de horas y días que me pasé rompiéndome la cabeza en busca del mágico cuatro triples en reducción al 13 y, cóm no, también me acuerdo del pleno que acertamos la peña del desaparecido Dicen, en los 60, y que supuso la cifra de 80.000 pesetas para cada uno. Teníamos 13 y el Sporting-Bar§a cerraba la jornada. Lo daban por la tele (blanco y negro).

Se adelantó el Bar§a (0-1) y jamás vi tantos culés pidiendo a gritos que marcase el rival. Marcó y ganamos. Y eso que era una quiniela rara con siete empates y un solo 2. Ni que decir tiene que, al día siguiente, desde las señoras de la limpieza a los conserjes, pasando por los vecinos, todos quisieron apuntarse a la peña. Ni que decir tiene que no volvimos a acertar un catorce.

La sensación de que casi aciertas se mantiene desde el primer día. Pasan los años, pero el cosquilleo de seguir el boleto con el transistor sigue siendo inigualable.

*Experto en quinielas.