Usain Bolt lo anunció antes de salir: iba a despegar como un avión. La gente se lo tomó como un gesto más de los que habitualmente utiliza para divertir a la audiencia. Pero no, esta vez iba totalmente en serio. Esta vez, Bolt voló sobre la pista azul eléctrico del Estadio Olímpico de Berlín y dejó establecido un nuevo récord mundial estratosférico en los 100 metros, la prueba reina de la velocidad. El jamaicano se comportó como un Relámpago, el sobrenombre con el que ha hecho fortuna, y salió disparado desde el primer momento, sin especular, sin distracciones y sin concesiones. Paró el cronómetro cuando llevaba solo 9 segundos y 58 centésimas en marcha. Una auténtica barbaridad. Bolt, que cumplira 23 años el próximo viernes, fue el primer mortal en bajar de los 9.70 (9.69) en los pasados Juegos Olímpicos de Pekín. Y ayer, en el momento de ganar su primer título mundial, fue el primero en derribar la barrera de los 9.60. Impresionante, en una palabra.

LA MEJORA MAS AMPLIA La hazaña de Bolt, triple campeón olímpico en Pekín con tres récords del mundo, tiene muchas lecturas, pero con un dato bastaría para darse cuenta de la magnitud de la gesta. En una prueba en la que el hombre ha explorado los límites centésima a centésima, un recorte de 11 en una sola noche, en un solo año, no tiene precedentes. Entre el año 1968, con el primer cronometraje eléctrico de Jim Hines (EEUU) en los Juegos Olímpicos de México-68 (9.95 segundos) hasta el año pasado, con los 9.69 del propio Bolt, la plusmarca mundial se había rebajado en 26 centésimas- en 40 años. La mejora más amplia había sido las cinco centésimas que Maurice Greene (EEUU) le quitó en 1999 al récord de Donovan Bailey (Canadá) de 1996: 9.79 contra 9.84.

LA AYUDA DE GAY Y ayer, en una noche mágica, con 26 magníficos grados de temperatura, un 39% de humedad y un viento ideal a favor de 0,9 metros por segundo, va Bolt y sobrevuela majestuosamente sobre sus propios límites, los que estableció en El Nido de Pekín ayer hizo exactamente un año. Once centésimas menos respecto a un tope que ya se intuía estratosférico, galáctico y, desde luego, fuera del alcance de todos los otros mortales. Y eso que ayer había unos cuantos a su lado que no son cojos. Entre ellos, Tyson Gay, el tricampeón mundial del 2007 y sobre cuyo duelo se había intentado escribir el guión de la final. Gay, de 27 años, cumplió más que sobradamente --dejó el récord de EEUU, casi nada, en 9.71-- y, lo más importante, empujó a Bolt a su nueva e inenarrable hazaña. Esta vez no hubo celebraciones antes de hora, relajación ni saludos a la galería. Bolt, que como es normal en un hombre de 1,96 de estatura, reaccionó un poco más tarde que los demás (146 milésimas tardó en salir de los tacos), tomó la cabeza ya en el metro 20, aceleró sin parar y controló a su rival con un par de miradas furtivas que le dieron la seguridad de la victoria. Luego, una vez cruzada la meta, tuvo tiempo de mirar el marcador y entusiasmarse con la nueva plusmarca, propio de un supermán.

Bolt corrió a una media de 37,58 km/h y, en su tramo más rápido, superó los 44 km/h, la velocidad punta más alta jamás registrada. Tercero, con 9.84, entró el explusmarquista mundial Asafa Powell, compatriota de Bolt, que escribió en el Olímpico una página tan dorada como las de Jesse Owens en los Juegos de 1936. Gay, con las iniciales del Antílope de ébano en el pecho, fue el testigo de excepción.

EL JUEGO CONTINUA Y Bolt prometió que la cosa todavía no ha acabado. "El juego continúa", anunció a los 50.000 espectadores que había en el estadio. "No estoy a tope porque empecé muy tarde la temporada pero, visto lo visto, todo es posible", aseguró el jamaicano, que afrontará ahora los 200 y el 4x100.

"Solo vine a ganar el título, pero Tyson ha sido un gran adversario y me ha llevado al récord. Los patrocinadores pueden estar contentos", reconoció Bolt.