Me cuentan que, el pasado domingo, un habitual espectador de los partidos del Cacereño encontró el botón de su chaqueta en su asiento de Tribuna. Lo había perdido en el encuentro anterior, tres semanas antes. El detalle, como tantos otros, es revelador. Nadie había limpiado el estadio. Nadie se había preocupado por nada. Además de los insultos del speaker al árbitro, los petardos desde la grada, la prohibición de la entrada a un redactor de este periódico porque no llevaba acreditación (dado que tuvo que comprar una localidad para trabajar, ¿es que acaso iba a haber empujones para entrar?, me pregunto), que la máxima autoridad del palco fuera el encargado del bar... hay más, insisto, mucho más. Hay una tremenda desidia. Félix, padre o hijo: ahora que tenéis otras opciones para vender, ¡pues hacedlo ya, hombre!.

*Periodista.