Brasil se marchó ayer del Mundial en silencio. Los campeones desheredados dejaron Fráncfort cada uno por su lado después de una noche larguísima, en un retrato de lo que ha sido el equipo, una constelación de estrellas que Parreira se ha mostrado incapaz de unir en el campo, y que ahora carga con la vergüenza de haber deshonrado el nombre del país. Alemania, Italia y Francia han seguido el camino inverso. Cuestionadas en su propia casa, las tres selecciones tienen el título a la vista, un objetivo que parecía imposible con Brasil y Argentina de por medio. Portugal anda por ahí como el invitado más inesperado. No tiene nada que perder y, con Luis Felipe Scolari, siempre hay mucho a ganar.

Europa ha vuelto a maltratar a Brasil, una situación que se ha repetido desde que ganó en Suecia (1958). Con Pelé, claro. Pero a ese éxito le ha seguido un rosario de fracasos, con la única excepción de la cita del 82. Brasil dejó España prematuramente, pero su recuerdo ha perdurado en el tiempo, un poco como el de la Holanda del 74. Perdedores que la memoria recuerda tanto o más que a los campeones. No será así con el Brasil que ayer dejó Alemania casi a hurtadillas, en medio de una lluvia de críticas y reproches. Nadie está a salvo. Parreira es el primero de la lista, pero le siguen Ronaldinho, Ronaldo, Roberto Carlos...

CAZA DE BRUJAS "Es hora de resurgir de las cenizas. No hay que hacer una caza de brujas", reclamó el seleccionador, que diga lo que diga será el primero en quemarse y en ser cazado. A diferencia de Pekerman, que renunció en cuanto sintió sobre sus espaldas el peso de la derrota, Parreira ha dejado su futuro en el aire. Echando un vistazo a las portadas de los diarios brasileños, no parece que tenga otra escapatoria que largarse antes de que le echen a patadas. Y uno de los nombres que suena para sustituirle es el de Vanderlei Luxemburgo.

La caza de brujas empezó poco después de la derrota, cuando el equipo llegó al hotel Sheraton y fue increpado por algunos aficionados. "Mercenarios", fue uno de los gritos más repetidos. Ayer, Roberto Carlos salió por una puerta secundaria para intentar huir de esas voces. Pero no pudo. Tampoco podrá escapar al calvario que le espera, retratado como está en el gol de Henry, al que dejó sin marcar mientras se subía las medias. Será una de las víctimas de lo que muchos consideran como el final de un ciclo, y que también afectará a Cafú, Emerson y alguno más.

ITALIA Y LOS 12 AÑOS El Mundial da muchas vueltas y cambia los papeles con facilidad. Así, mientras Brasil purga sus pecados, otros se han redimido y están en las nubes. Hace cuatro días, Francia miraba a Raymond Domenech con menosprecio, convencida de que no podía esperar nada ni de él ni del equipo. Ahora, todo ha cambiado. A Domenech ya se le ve con buenos ojos y el campeón vuelve a sentirse tan joven como en el 98, listo para meterse en la final, con permiso de Portugal.

La anfitriona Alemania se ve más que en la final, se siente casi campeona, después de haber perdido de vista a Brasil. Pero le espera un mal enemigo, uno de los peores, Italia, que además ha encontrado una alianza cabalística: la ley de los 12 años. Solo le faltaba eso. Finalista en el 70, en el 82, donde además fue campeón, y en el 94. Si las cuentas cuadran, le toca ahora. Así que mejor que Alemania no cante victoria antes de hora.