Hace doce meses les separaban dos categorías, pero a partir de ahora vivirán en la misma habitación. Son el Cáceres --el nuevo Cáceres-- y el Plasencia Galco, que inician hoy con enorme ilusión dos proyectos distintos en la Liga LEB. Se espera que el brillo de la plata de la segunda división del baloncesto nacional consiga seducir a las respectivas aficiones, a las que les espera una temporada intensa e incierta.

LA ´RESURRECCION´ CACEREÑA CON LA VOCACION DE ESTAR ARRIBA

Descender tras once años en lo más alto y ver cómo ese mismo club desaparece por las deudas es un doble trauma que será difícil de olvidar para una ciudad que ha disfrutado con el mejor baloncesto de Europa. "Y ahora, ¿qué?", se preguntaron muchos. Aparte de la caótica situación económica de la canasta local, quedaba y queda la duda de saber si se podrá readaptar al aficionado.

La refundación del club, que ahora se denominará Cáceres Destino Turístico, pasaba por enormes dosis de realismo y la necesidad de convencer de que hay baloncesto más allá de la Liga ACB. Argumentos en positivo sí que los hay: una plantilla que al fin estará dirigido por un hombre de la casa, Ñete Bohigas, que demandaba la oportunidad hace mucho tiempo; la posibilidad de tener al fin un equipo ganador después de varios años penando ; el sueño de rescatar a la afición verdinegra y empezar de cero sin cargas anteriores...

No ha sido, desde luego, una pretemporada de ensueño. La lesión del referente anotador, Derell Washington, ha truncado de forma evidente los planes de Bohigas, que también tendrá que vivir pendiente del estado físico de su otra gran apuesta, Bryan Sallier. Alrededor, un par de comunitarios con buena pinta y un grupo de aguerridos nacionales sin demasiado nombre, pero a los que se intentará, sobre todo, que se identifiquen con una camiseta y una ciudad ansiosa por revivir viejas glorias. Si la cosa va bien será fácil apelar al espíritu del 10 de mayo y aspirar a un ascenso condicionado por la respuesta económica general.

EL SUEÑO DEL PLASENCIA Y SU NUEVA CARA CON DANI GARCIA

En Plasencia el destino les dio otra oportunidad. Después de un año mágico --precisamente con Ñete Bohigas en el banquillo-- en el que el ascenso quedó muy cerca, el club finalmente consiguió plaza en la LEB.

Desde luego, a orillas del Jerte la presión no es tan grande como el Cáceres. La obligación pasa más por disfrutar de la categoría que de estar arriba, aunque también se ha configurado una plantilla que huele a competitividad y que, en la mejor tradición de los clubs medianos de la LEB, ofrecerá enorme resistencia ante los rivales de mayor presupuesto. El entusiasmo en Plasencia es enorme alrededor de un proyecto que obligatoriamente también ha tenido que renovarse.

Como primera pieza se contrató a un entrenador con experiencia ACB y LEB, el joven Dani García. Después llegaron los fichajes, realizados con paciencia y tino, aunque con la conveniente dosis de riesgo. Así, no ha habido inconveniente en traer a jugadores cedidos de otros equipos, como los prometedores Guillem Rubio (Manresa) o Diego Ferrero (Joventut). El peso del vestuario lo llevarán, en cualquier caso, los norteamericanos Terrence Stewart --todo un espectáculo de versatilidad-- y Trelonnie Owens --anotación garantizada, como demostró en Badajoz la temporada pasada--, a quienes Nicolás Gianella, un base de enorme calidad, tendrá que distribuir buenos balones. La identificación con la temporada pasada intentan inculcarla Jorge Lledó y Miguel Angel Beltrán. En el lado negativo vuelven a estar las lesiones: Alvaro Palacios aún no ha podido debutar y Juan Jobacho también ha sufrido problemas físicos.