Aunque se lo había tomado con resignación, con la madurez que da la experiencia y la tranquilidad que aportan los años de fútbol, Manuel Alfredo Mosquera Bastida celebró de manera especial el gol que abría el marcador el pasado viernes ante el Betis B. El delantero gallego del Extremadura marcaba cuatro meses después, no lo hacía desde el pasado mes de noviembre, y certificaba su gol número 101 con la camiseta almendralejense.

"La verdad es que no me había obsesionado. Siempre se ha dicho que los goles van por rachas y había que esperar pacientemente a que acabase una y volviese otra", decía ayer el coruñés.

Manuel siempre se ha caracterizado en sus declaraciones por anteponer los intereses del club a los particulares. Quizás por eso matizaba que "lo que me preocupaba es que, cuando llegasen, los tantos sirviesen para que el equipo se acercase a sus objetivos. Vamos, que tuvieran su repercusión cara a la tabla". Lo que no esconce es que tras conseguir el tanto que abría el marcador ante el filial bético sintió "sobre todo una enorme satisfacción. El equipo se ponía por delante, una victoria nos podía dar la tranquilidad de una permanencia casi certificada y acababa la racha". Lo que pudo ver todo el mundo es que, nada más marcar, se dirigió a la grada de tribuna y se abrazó a su esposa, Isabel, justo antes de besarla en presencia de los hijos de ambos. Luego puso sordina a alguna dedicatoria más y siguió aportando su pundonoroso concurso al desarrollo del encuentro, además, televisado.

Una satisfacción añadida aguardaba el viernes a Manuel. Y es que, "está claro que lo más importante fue la victoria del Extremadura. Pero dando por sentado eso, soy gallego y me siento también extremeño y me agrada que la victoria pudiera servir para favorecer los intereses de otros equipos de la región".