Allá donde preguntes se les conoce como los sudamericanos que han llegado al Cacereño. Pero, como todas las generalizaciones, oculta un trasfondo mucho más amplio. Las circunstancias que les han traído hasta aquí, los carácteres, las edades, las perspectivas, los objetivos son distintos según los casos que se abordan. También lo son las maneras de abordar el día a día, las rutinas diarias, los apegos, las añoranzas, los deseos, las morriñas...

Ema y Sergio Céliz son hermanos. Se encuentran contentos con la ciudad y además contarán a partir de enero con la presencia en Cáceres de su mamá y de la novia del primero. Con 21 y 20 años de edad, respectivamente, ejercen de valientes para emprender una aventura en solitario a tantos kilómetros de casa. Pero eso, entre otras cosas, les confiere el carácter que se echaba en falta por estos lares.

Pablo Rotundo es el mayor de todos; acaba de cumplir la pasada semana 33 años, uruguayo, "todo un hombre" dicen los más jóvenes y los tres técnicos que ha tenido en el club en el corto espacio de siete partidos. Vive con su pareja, sin embargo, también parece ser el que más añora su patria: "mi país es mi país, no hay nada como él. Cuando naces en una tierra quieres a ese país sobre todo y cuando sales lo extrañas todo de él" Tal declaración de intenciones podría hacer reflexionar a muchos sobre la incapacidad de lograr éxitos de la selección española de fútbol. En un país como éste, en el que sentirse español es denigrado inmediatamente por la progresía oficial, nadie apuesta por hacer una declaración semejante. Tras estar cinco años en Italia, y con su mujer trabajando en Madrid y un hermano en Oviedo, quería recalar a toda costa en España para estar cerca de los suyos. Incluso su padre ha estado unos días en Extremadura para visitarle y traerle la obligada ración de mate uruguayo.

Internet acorta distancias

Todos dicen estar contentos con el recibimiento que les ha dado la ciudad, pero gran parte del tiempo lo pasan chateando con sus familias y amigos a través de internet. "Me he comprado un ordenador y así estoy en contacto con mi familia. Paso muchas horas delante de la pantalla porque se hace muy duro estar tan lejos de casa" comenta Lucas Caballero. El argentino se trajo una remesa de 4 kilos de mate para hacer menos dura la distancia.

Bruno Martín es, junto a Rotundo, el otro uruguayo del grupo sudamericano. Algunas veces tiene que aguantar alguna tarascada en forma de mofa por parte de sus colegas porteños, "aunque en realidad nos llevamos muy bien. Somos como hermanos".

Los pequeños detalles son los más difíciles de sobrellevar cuando te faltan. "Echo mucho de menos los domingos. Las comidas en familia" dice un pasional Bernardo Cioca. El mediapunta es un exponente del carácter que los ´emigrantes´ argentinos y uruguayos han imprimido a este Cacereño: "En este equipo somos dieciséis leones y lo del domingo con La Estrella sólo fue un accidente. La noche siguiente al partido no fui capaz de pegar ojo pensando en las ocasiones que fallé. Pero nos repondremos, éste es un equipo hecho para la pelea por los puestos de arriba".