Su "mejor carrera de los dos últimos años" dejó solo un punto en el casillero de Fernando Alonso. "57 vueltas a ritmo de crono" bajo el abrasador calor del desierto de Bahréin le ocasionaron un desmayo al bajarse del coche y el mal cuerpo de comprobar que los demás equipos han evolucionado tanto o más que Renault. Malas noticias. El esfuerzo a más de 50 grados encontró lustre en la victoria, la tercera del año, de Jenson Button. Brilló en la segunda plaza de Sebastian Vettel y premió con el podio la combatividad de Jarno Trulli. Incluso McLaren festejó la cuarta posición de Lewis Hamilton. Hasta Ferrari respiró al evitar el peor arranque de su larguísima historia en la F-1 con los tres puntos --los primeros del año-- atrapados por Kimi Raikkonen.

Hasta el circuito de Shakir se desplazó el presidente de Ferrari, Luca di Montezemolo, para "mostrar mi confianza en el equipo", pero también para que sus chicos sintieran el peso del mando. Ni siquiera así evitó que Felipe Massa arruinara su carrera al embestir por detrás a su compañero Raikkonen en la primera curva. Eso sí, los dos habían ganado posiciones en la arrancada a costa de Alonso y Nico Rosberg. El asturiano no salió bien (el alemán condicionó su progresión) y, cuando Alonso llegó a la primera curva por fuera, se topó con los dos Ferrari. Adiós a las opciones de mejorar puestos en la salida. A partir de ahí sufrió lo indecible. Pudo adelantar a Massa antes de que el brasileño entrara en el box a cambiar su morro ligeramente dañado, pero vio como Raikkonen, aún mucho más cargado de gasolina, imponía un ritmo imposible de seguir. "No se pueden pedir peras al olmo", reflexionó en relación sobre su coche. "Los milagros, en Lourdes".

LOS HAY MUCHO PEORES Peor le fue a los dos BMW que, con el depósito cargado para una sola parada, tuvieron que entrar en boxes a cambiar los alerones delanteros tras tocarse en la primera curva. Acabaron últimos. Esperan, como Ferrari, al GP de España --en dos semanas-- para introducir los difusores dobles. Puede que sea tarde o insuficiente, porque Button es un líder más sólido de lo que el propio inglés cree, porque Vettel ha insertado en su cerebro el chip para luchar el título.

Es verdad que los Brawn GP tienen alguna dificultad ahora para situarse en la primera línea de la parrilla, pero disfrutan de un ritmo en tandas largas demoledor, de un coche equilibrado que desgasta menos las gomas que los otros.

Ese fue el talón de Aquiles de los Toyota, sobre todo con el compuesto medio, más aún en el caso de Timo Glock. Tras superar a su compañero Trulli en la arrancada, fue también el primero en detenerse (vuelta 11), colocó el neumático medio y ahí empezó su suplicio. Cuando todos completaron la primera parada, el alemán era sexto, con lo que arruinó la posibilidad de conseguir un podio.

CAMBIO DE ESTRATEGIA Trulli también sufrió con las gomas medias. Button y Vettel le superaron tras la primera parada, pero el italiano se defendió magistralmente del ataque de Rubens Barrichello. Ni con un coche dos segundos más rápidos pudo el brasileño adelantarle. Así que Ross Brawn decidió meter a su piloto en box y cambiar la estrategia a tres paradas.

Así minimizó el daño y Barrichello pagó el tiempo perdido en esas vueltas solo con una posición, la que se apropio Hamilton. El inglés sí sacó provecho del KERS en la salida y pasó de la quinta a la tercera posición, aunque solo pudo aguantar una vuelta a Button, mucho más agresivo que su compañero, más consistente, más rápido. Por eso es líder de este Mundial, un campeonato loco, loco, loco, y cuya próxima estación es Montmeló.