Hace unos días fue noticia a nivel mundial que, por primera vez, una mujer árbitro, la alemana Bibiana Steinhaus, dirigiese un partido en una de las grandes ligas europeas de fútbol. El baloncesto va por delante en esto, pero tampoco demasiado: la cacereña Esperanza Mendoza conoció ayer que se convertirá en la tercera mujer en la historia en pitar en la Liga Endesa/ACB, la máxima categoría del baloncesto español.

Mendoza, de 33 años, se incorpora junto a Alfonso Olivares, Arnau Padrós, Alberto Sánchez y Javier Torres, procedente del grupo 1 de la Federación Española (LEB Oro y Liga Femenina). Ya la pasada semana la FIBA la nombró internacional, confirmando una progresión llamativa desde que en 2001 empezó a arbitrar, subiendo en 2005 a Liga EBA.

«Estoy en una nube», comentaba ayer a este periódico la colegiada cacereña. «No ha sido exactamente una sorpresa para mí, pero después de estar en el Circuito de Pretemporada Movistar el pasado fin de semana, podía ser que sí o que no», añadía.

Para ella el baloncesto ha sido siempre una imparable pasión, empezando por su época como jugadora. Después, siendo casi una adolescente, apostó abiertamente por el arbitraje con el objetivo lejano de seguir los pasos de las dos únicas mujeres que han estado en la ACB, Pilar Landeira y Anna Cardús. Esta última acaba de desvincularse de la Liga y Mendoza será la única.

ADAPTARSE A LA LIGA / Ahora la chica, crecida en el popular barrio de San Blas, por fin ha conseguido su sueño. «No creo que haya mucha gente a la que le guste el baloncesto más que a mí, la verdad. Me he preparado mucho y he seguido una evolución que me ha llevado hasta aquí. Ahora solo quiero hacerlo bien y adaptarme lo antes posible al tipo de juego que se hace en la Liga Endesa, que por lo que he podido comprobar es más físico, con jugadores más grandes, con más contactos, más intenso», destaca.

Por descontado que el teléfono no dejó de sonar ayer con numerosísimos mensajes y llamadas: «La verdad es que prefiero la gente que se ha acordado también de mí en los malos momentos, que también los ha habido en este tiempo», confiesa. El peor de ellos fue seguramente hace tres años, cuando se lesionó de gravedad en un partido --precisamente en Cáceres-- y estuvo muchos meses sin poder saltar a la cancha.

«En días como este sobre todo me estoy acordando de mis padres y de mis dos hermanas, que son también muy ‘locas’ del baloncesto. Siempre me han apoyado», agrega.

Ahora solo le queda seguir haciendo lo que mejor sabe: impartir justicia en las canchas de baloncesto, por encima de sexos.