Un testarazo de Carlao en el tiempo añadido dio el triunfo y como consecuencia el liderato al Cacereño (1-2). Como se preveía, el Diocesano peleó el derbi hasta el final y a punto estuvo de sumar y dejar a los verdes en estado de depresión. A falta de cuatro partidos, de nuevo los verdes vuelven a depender de sí mismos para lograr el título después de que el Moralo cayera en casa ante el Castuera.

Fue un duelo disputadísimo que se resolvió con justicia para el CPC, que atacó más y no perdió la fe en sí mismo, pese a evidenciar los problemas que se le han generado las evidentes dudas de las últimas semanas. Poco más se le puede pedir al Dioce de los talentosos Javi López y Turra, que jugó a la contra y tocó el balón con criterio siempre.

El partido estuvo marcado por el viento y la lluvia y por el respeto de ambos. En medio de un ambiente excepcional, el fútbol apenas pasó del aprobado en el primer tiempo. Ni unos ni otros hicieron mucho por crear ocasiones de gol, aunque los visitantes se perfilaron y amenazaron más. Kevin, titular por primera vez, tuvo la mejor opción, pero fue un simple amago. Era el minuto 17 y hasta ese momento no hubo noticias de acercamientos serios a una portería rival.

La mejor posibilidad la tuvieron los rojillos en un balón que dio en el palo impulsado por un defensor del Cacereño (min. 26). Después llegaría la lesión de Fran Viñuela, perseguido por la mala suerte durante los últimos meses. Su sustituto, David López, también con pasado en el Dioce, fue el mejor futbolista del renacido líder durante todo el partido.

Tras un nuevo intento de Kevin, el árbitro pitó un penalti inexistente a favor de los locales tras caer ‘Abuelo’ en el área. 1-0 (min. 38) y aquello que se ponía gris, como el tiempo, a un Cacereño sin pegada. Otro tanto ocurriría un par de minutos después: penalti rigurosísimo tras caída de Juanki y empate a uno (Luismi, min. 40). Tablas justas.

En el segundo tiempo, el Cacereño fue mejor, aun teniendo el viento en contra. Aunque sin un juego fluido, los de Ximo Mas fueron más ambiciosos, pese al cambio de Santi Polo por Kevin, y los acercamientos fueron frecuentes, con un Diocesano por momentos timorato y excesivamente replegado y sin mordiente arriba.

Ávila reforzó el juego por dentro metiendo a Colo para tapar así el juego por dentro que podía proponer el Cacereño. No ocurrió así porque Santi Polo se colocó prácticamente como extremo para meter constantes balones al área colegial, que tampoco amenazaron en exceso excepto en un tiro a quemarropa de Luismi.

A la desesperada, el CPC tuvo fe y en un córner, Luismi la puso a la testa de Carlao, que volvió a justificar su solvencia también en el juego directo. La algarabía de la afición del Cacereño se mezcló con la comprensible decepción de la del Diocesano, pese a que lo que realmente se jugaba éste era el puro orgullo.