Al Cacereño y a Angel Marcos no le quedará otra si quiere luchar por la permanencia: devolverle los galones a Leo Ramírez. La inesperada marcha de Hans Mulder --según la versión, por motivos familiares-- devolvió ante la Arandina el pasado domingo el mando del centro del campo al canario, que lo había tenido la mayor parte de la temporada y posteriormente perdido con la llegada del jugador holandés.

La situación es una nueva piedra en el ya de por sí dificultoso camino que está caracterizando al conjunto verde esta temporada. Marcos parecía haber dado con la fórmula para emerger de la zona baja. Una de sus medidas había sido darle el puesto de mediocentro a Mulder, un futbolista probablemente de menor calidad que Ramírez, pero con mayor capacidad de choque y llegada. Los resultados fueron buenos... pero de la noche a la mañana, el fichaje desapareció.

Leo llegó a quedarse fuera de la convocatoria en una ocasión, ante el Coruxo, pero el equipo ganó 0-1. Después, jugó solo los últimos minutos ante el Racing de Santander (victoria por 3-0) y Astorga (derrota por 5-3). Por lo que se ve, la situación ha dado un giro completo de 360 grados y ante la Arandina (0-0) retomó su protagonismo total, jugando el partido entero. Todo hace indicar que en los tres encuentros que restan --más la posible eliminatoria de permanencia-- continuará siendo así.

MULDER Y EL DINERO El adiós de Hans Mulder estuvo rodeado, como tantas otras cosas en el Cacereño, de un tremendo misterio. Aparentemente el jugador entrenó con normalidad durante la semana y contaba para Marcos para repetir como titular, pero el sábado se fue sin dar muchas explicaciones. El club mantiene que no había motivos económicos en su decisión, pero no son pocos los que apuntan que sí fue así, que se enfadó, tras su primer mes en Cáceres, cuando no se le pagó lo convenido de forma puntual.

Apenas hay margen para reforzar el equipo. Además, se empieza a dar por hecho que José Collado, lesionado, no se recuperará a tiempo.