Sorpresa en el Cacereño. Edu Moya no entrenó ayer con los que ya son sus excompañeros. Estaba ultimando un acuerdo con el club para romper el contrato que unía a ambas partes, según adelantó el programa Minuto 30 de Canal Extremadura Radio.

Los acontecimientos se han precipitado en los últimos días, aunque el motivo del divorcio se encuentra claramente en la perenne falta de minutos del veterano futbolista, que el pasado 3 de enero cumplió 36 años.

Sin embargo, el club no anunció nada a nivel oficial durante todo el día, aunque se había apuntado esa posibilidad. Tampoco lo hizo el jugador.

Moya estaba insatisfecho con su papel dentro de la plantilla, pese a que su actitud a nivel público había sido positiva, dispuesto a colaborar en aspectos más allá del meramente deportivo. Pero no acabó de encontrar un papel importante en los planes de Adolfo Muñoz, que le había utilizado como lateral derecho. Casi siempre había sido como consecuencia de lesiones o sanciones de otros jugadores como Carlos García, por lo que lo normal fue que empezase los partidos en el banquillo.

TWITTER / La situación tocó fondo cuando el pasado domingo no entró ni siquiera en la convocatoria en Fuente de Cantos en un partido en el que Edu Moya tenía mucha ilusión por la cercanía de su localidad natal, Monesterio. Familiares y amigos querían volver a verle en acción en Extremadura y no fue así.

El día antes escribió un par de frases en su cuenta de Twitter que dieron mucho que hablar por la posible interpretación a nivel interno. «Las alegrías de aquellos, fruto del maltrato constante a los demás y llevadas con arrogancia y chulería, pronto se convertirán en lágrimas» fue el primero de ellos. Después, llegó otro: «Por desgracia, en el fútbol existe la figura del frustrado, malpensado que intenta hacer la vida imposible a los demás por su falta de autoestima».

Tampoco ayudó la paulatina distancia que a nivel personal ha ido cogiendo con quien probablemente fue el gran impulsor de su fichaje, el dueño del Cacereño, Antonio Martínez Doblas, al que reclamaba poner en papel un supuesto compromiso verbal para jugar en el club verde también la próxima temporada.

Su incorporación a principios de temporada después de varias semanas de prueba levantó expectación. Volvía a la región tras jugar en países como Andorra, Noruega y Bolivia. El acuerdo llegó acompañado poco después con la contratación de su mujer, Ana Campos, para dirigir la comunicación del CPC. Ahora su futuro --llevaba buena parte del día a día de la entidad junto con el director deportivo, Rafael Rojas-- es una incógnita.