Salvo milagro, el Cacereño no fichará a jugador alguno en el mercado de invierno. Tampoco se descubre nada si se afirma que al presidente y propietario, Félix Campo, le importa un pimiento, con perdón, el futuro deportivo del club. El mismo, que en su día sí parecía que iba a apostar fuerte por la entidad, está ya totalmente desmotivado y ha confesado a sus íntimos que le da exactamente igual lo que ocurra esta temporada, visto lo visto. Si no hay sorpresas, el equipo terminará en la zona de nadie de la Tercera, una auténtica afrenta para los más fieles aficionados cacereños.

Hay mil argumentos para llegar a conclusiones tan hecatómbicas. Insisto en que no hay que ser ningún lince. Ahora se ´vende´ que los juveniles son muy buenos y que habrá que tirar hacia adelante con ellos. Todo un eufemismo: la Liga se ha tirado ya por la borda y el entrenador lo sabe, lo siente y lo padece en silencio. Ha pedido refuerzos desde el principio de Liga, sobre todo por los problemas de lesiones, y se le han dado largas. Se le ha traído a un jugador que no quería, y además lesionado --el ´exótico´ mexicano Eduardo-- y pare usted de contar. El Jerez está fichando; el Cerro, líder, también quiere reforzarse... ejemplos de que la ambición está muy lejos de Cáceres.

El fútbol en Cáceres tiene, hoy por hoy, una difícil solución. Hay tres clubs que aspiran a coger el relevo, pero están en Regional. Uno, especialmente (el Ciudad de Cáceres) tiene detrás a algún empresario importante, pero la travesía en el desierto será larga.

Particularmente, uno estima a Juan Ojalvo, el vicepresidente deportivo y hombre de confianza de Campo en la ciudad. Pero cada vez se entiende menos que siga ahí. Su papel es ya incomprensible. Su esfuerzo resulta loable, pero ¿a costa de qué? ¿de seguir en la ´pomada´? En la calle ya no identifican al club con la ciudad, y la calle es soberana. Y pensar que hace unos años el Cacereño estuvo con el Cádiz peleando por el ascenso a Segunda... El sino del aficionado al fútbol no puede ser más desgraciado. Ni el proverbial infortunio del Atlético de Madrid puede ser comparable en cuanto a horizontes negros. El alcalde debe ser contundente, dejarse de paños calientes y buscar otro futuro. Es la única esperanza.