CACEREÑO 0: Manu, Diego (min. 70, Pedro García), Jurado, Guy, Caballero (min. 46, Nico); Pablo (min. 46, Bernal), Villa, Enrique, Rocha, Santi y Sergio.

VECINDARIO 2: Santi, Yáñez, Chano, Pablo, Alvarez Eulate, Gero, Carreño, Pollo, Yeray (min. 88, Robaina), Juan Martín (min. 77, Marcelino) y Alex Santana (min. 66, Moisés).

GOLES: 0-1-Min. 27: Juan Martín. 0-2-Min. 45: Yeray, de penalti.

ARBITRO: Santana Ponce (andaluz). Mal. Tarjetas a los locales Guy y Sergio y al entrenador, Ismael Díaz, y a los visitantes Yáñez, Pollo y Espejo (banquillo).

El Cacereño sigue atrancado. Su nefasto inicio, completado ayer con una derrota en casa ante el Vecindario, atisba grandes dosis de sufrimiento para este año. El nuevo proyecto de la dupla Ismael Díaz-Félix Campo no funciona y la luz de alarma ya se ha encendido con un equipo que parece la antítesis negativa del que tantas emociones positivas transmitió la pasada temporada.

Tiene el Cacereño graves problemas de autoestima. Por momentos, parece que sus jugadores no creen en sí mismos. En la matinal del Príncipe Felipe, especialmente en el primer tiempo, acusaron sus carencias para beneplácito de un rival que controló los tiempos del encuentro cuando quiso. Con la salvedad de los posibles errores arbitrales y las importantes ausencias verdes --Cobos, Joaquín, Gabi, Jaime-- al Cacereño se le vio espeso e impotente en todo momento y la cruda realidad está ahí: cuatro partidos, un solo punto, colistas y ni un solo gol legal a favor.

No hubo noticias del grupo de Ismael Díaz en el primer acto. El Vecindario, un equipo rocoso y de un buen trato de balón, se hizo con el centro del campo desde el primer minuto. Dos avisos iniciales, con parada de Manu y larguero de Eulate, presagiaban que algo grave podía pasar.

El mediocampo local hizo aguas por todos lados. El único que tuvo criterio fue Rocha, un futbolista que, con Cobos recuperado, debe seguir en el once. Su talento no debe desperdiciarse en un equipo en el que la calidad no sobra, precisamente.

SOLO UNA OPCION

Con la lentitud por bandera, el Cacereño sólo rozó el gol en un tiro libre de Villa desviado por el portero visitante (min. 15). El Vecindario tenía el balón, y también las mejores opciones, una de las cuales fue espectacularmente bien aprovechada por Juan Martín, cuyo zapatazo (min. 27) dio en un defensa verde y, en una malévola parábola, superó por alto a Manu.

El quiero y no puedo del Cacereño no tenía fin y el público, que tampoco ayudó, comenzó a desesperarse ante la ofuscación. Y el partido se volvió aún más crudo con el inexistente penalti que supuso el 0-2 (min. 44). Pero es palmario que si Jurado hubiera medido bien su salto, no hubiera dado opción a que el colegiado hubiera señalado la pena máxima.

Ismael Díaz, a la desesperada, movió pieza en el segundo tiempo. Colocó a Enrique de delantero centro, ante el escaso peso de Sergio y la falta de Joaquín, retrasó a Santi al lateral e introdujo en el césped a Bernal y Nico.

El Vecindario se echó voluntaria y lógicamente atrás en los últimos 45 minutos. Los canarios, amparados en la suficiencia del resultado, se echaron voluntariamente atrás y apenas salieron de su campo, táctica tan conservadora como práctica para los tiempos que corren.

El continuado monólogo del Cacereño no tuvo un premio que sí mereció en el segundo tiempo, al menos por la constancia. El equipo verde sigue siendo especialista en marcar goles que no suben al marcador: ayer (min. 53) dejó de ser legal uno de Nico por considerar el asistente que estaba en posición adelantada.

Las acometidas cacereñas carecieron siempre de profundidad y murieron en la defensa canaria, siempre expeditiva y rápida ante la inmensa torpeza de los locales, que no generaron ni una sola ocasión diáfana. Y así se escribió la historia de un nuevo fracaso, el cuarto en lo que va de Liga.