El peor final posible disipó las esperanzas del Cacereño en una tarde para el olvido y para esa historia desdichada del decano del fútbol extremeño. El sonrojante 0-4 en contra y la eliminación ante el Socuéllamos suponen un escarnio mayúsculo en pleno corazón del sentimiento verde, sometido a vaivenes incontrolables, pero casi siempre negativos. Las terribles imágenes de los aficionados abandonando el Príncipe Felipe en el minuto 60, con el partido finiquitado para los visitantes, pasarán al imaginario general de un club al que desde que hace un par de años le abandonó la suerte en Linares y no ha levantado cabeza aún.

Con errores tan monumentales como la propia ciudad desde Navidades, empezando por el cese del cuerpo técnico encabezado por José María Rebollo, el CPC ha terminado por fracasar en su intento de ascenso, asfixiado por su impotencia, que no aptitud. ¿Cómo puede un equipo jugar tan mal con futbolistas tan sobrados para la Tercera como Marcos Torres, Fran Viñuela, Luismi, Alex García o Kevin? Y eso que su entrenador, Ximo Mas, ayer cambió el dibujo y puso en liza un once de un perfil más ofensivo y de gente de calidad. Pero a lo largo del año esta plantilla de talento ha sido miserablemente malgastada. Los resultados están a la vista: cada fin de semana ha ido a peor, con juego ramplón, con dificultad extrema para anotar goles y dudas mil en su ¿sistema?.

El mal ya estaba hecho. Estaba sacado del manual del perfecto perdedor. El Cacereño tuvo en su mano ser campeón, pero en la recta final empató en su casa ante el colista Santa Amalia y se vio remontado por el Aceuchal para ceder la posición que, a la vista está, da réditos reales, como el que ha recogido el Don Benito con el ascenso a Segunda B. Lo de ascender con tres eliminatorias por delante es una entelequia, solamente al alcance de aquel Cacereño de Tenisca de Rubén Jurado o David Rocha, presente éste ayer en el encuentro, lamentando lo que estaba viendo. Como todos.

No estaba Álvaro López, sobre el que se ciernen ahora más dudas. Lógico. El proyecto se puso en juego en un partido con equilibrio en el primer tiempo y con superioridad absoluta del Socuéllamos en el segundo. Hasta Bernabé, un porterazo, pareció un futbolista juvenil.

El encuentro, en fin, se desarrolló con enorme respeto en ese primer acto, casi sin opciones en las porterías. La batalla de verdad se iba a librar en el segundo, pero ahí llegó mejor preparado el cuadro manchego, que desarrolló el arte futbolístico del contragolpe a la perfección. Y así uno y otro, con goles previsibles.

David López o Juanjo Polo, llorando y pidiendo perdón, escenificaban el roto sentimiento verde al final, algo que se ha visto en muchas ocasiones a lo largo de la historia, pero que en este 2018 tendrá que añadirse a la leyenda negra, por desgracia. El Cacereño reescribe su historia, su peor historia, antes de llegar a una cifra mágica. Malos tiempos para la lírica, nefastos para el cacereñismo más sentido.

cacereño 0

socuéllamos 4

3Goles: 0-1-Min. 48: Megías. 0-2-Min. 54: Kike Domínguez. 0-3-Min. 65: Megías. 0-4-Min. 76: Alex.

3Árbitro: Quintero González (Andaluz). Amarillas al local Elías y a los visitantes Essomba y Vallés.

3Estadio: Príncipe Felipe.

3Espectadores: 3.500.

3Cacereño: Bernabé, Neto, Alberto Delgado, Juanjo Polo, Keko (min. 58, Javi Navarro), Elías, Marcos Torres, Fran Viñuela (min. 63, Alex García), Luismi (min. 70, Nacho Méndez), Kevin y David López.

3Socuéllamos: Company, Carlos García, Christian, Ramón, Zurdo (min. 79, Jacinto), Essomba, Kike Domínguez, Pepe Delgado, Chico, Chupi (min. 71, Alex) y Megías (min. 79, Vallés).