Cacereño - 2: Vargas, Tito (min. 78, Palero), Roberto, Tomás, Julio; Estévez, Chiqui, Lolo, Dieguito (min. 70, Leandro); Rai y Salva (min. 58, Rubén Jurado).

Gimnástica de Torrelavega - 1: Iván Crespo; Borja, Zalo (min. 3, Bubu), Alberto, Mario; Cusi Lavín, David Cobo (min. 69, Del Olmo), Siro (min 69, Jorge), Nando y Collado.

Goles: 0-1-Min. 45: Collado. 1-1-Min. 50: Dieguito. 2-1-Min. 65: Estévez.

Arbitro: Gómez González (León). (1). Amarillas a los locales Tito, Chiqui, Dieguito y Lolo. A los visitantes, roja por dos amarillas a Jorge (min. 74). Además, amonestó a Lavín y Siro.

Incidencias: Alrededor de 1.800 espectadores en el Príncipe Felipe, con aficionados visitantes. De nuevo, los peñistas cacereños del Escuadrón no cesaron de animar.

En un ejercicio de supervivencia, el Cacereño se zafó de su dinámica negativa. Su triunfo ante la Gimnástica de Torrelavega (2-1) equivale a algo más que tres puntos. No haberlo conseguido hubiera ahogado más al grupo de Angel Marcos, sin duda necesitado de vencer, imbuido en un muy mal inicio de 2010. Ahora, la perspectiva es más llevadera: el miércoles puede salir de zona de descenso si vence al Puertollano en el encuentro aplazado.

Hizo el Cacereño un trabajo desigual. Comenzó bien, tocando el balón con rapidez, equilibrado en sus líneas y con alguna opción diáfana de marcar. Sin embargo, ni sus condiciones permiten arrasar ni su campo está para florituras. Cuando el esférico empezó a botar irregularmente, el ímpetu inicial se desvaneció y los cántabros se asentaron. Los visitantes hicieron gala de su seriedad defensiva (con 16 tantos eran, con el Alcorcón, la mejor marca defensiva del grupo) para desactivar las ganas extremeñas.

El dominio se repartió y la Gimnástica se desperezó para tocar con cierto criterio, aunque bien es cierto que sin peligro. En los locales, ausente David Rocha, Estévez volvía a ser el más sobresaliente del grupo, una vez constatado que Salva y Rai no suponían una amenaza clara. Cuando menos se esperaba, un balón suelto tras córner puso el 0-1 en los estertores del primer acto.

El Cacereño, que había abusado progresivamente del fútbol directo, hubo de apelar a la heroica en el segundo tiempo. Con su afición ya nerviosa, el arreón inicial supuso la vuelta a la esperanza. Estévez se inventó un centro con su particular rosca de medio gol y Dieguito aprovechó para cabecear el empate (1-1).

Restaban 40 minutos y el juego se tornó interesante, con dos equipos intentando tener la posesión, con Rubén Jurado ya en el campo y con la duda de si a los verdes les podría pesar la presión. Rai no tuvo su día, pese a que lo intentó mil veces, y el meta Vargas salvó al Cacereño con un par de intervenciones a lanzamientos envenenados desde lejos.

OTRA VEZ ESTEVEZ En la incertidumbre surgió el gran Estévez, que aprovechó para fusilar a la red un centro tras internada de Julio (2-1, min.65). La remontada se había culminado, pero el partido no estaba ganado.

Lo intentó con denuedo la Gimnástica en un choque excesivamente trabado por entonces, en parte propiciado por un meticuloso arbitraje. Precisamente el colegiado no permitió que fuera legal la protesta de Jorge en el minuto 74, por lo que expulsó al jugador visitante.

Con uno más, el Cacereño trabajó a destajo en la recta final ante las acometidas cántabras, basadas en el juego combinativo y sin pelotazos, lo cual se agradece en los tiempos que corren. Sin embargo, fueron los locales los que más se acercaron con peligro a su enemigo, excepto en un remate a bocajarro del visitante Nando que se esquinó demasiado.

El grupo de Marcos, que terminó con tres delanteros (Leandro, Rubén Jurado y Rai) y con Lolo ominipresente, terminó contemporizando y afanándose en lograr el objetivo por encima de cualquier otra consideración. Los puntos eran lo realmente importante, lo que interesaba para ver distinto el futuro. Objetivo cumplido. Rumbo reconducido.