Durante este lunes no he parado de recibir llamadas y mensajes en las redes preguntándome por el futuro del Cacereño. Aún caliente el cadáver del fallido proyecto 2017-2018, me atrevo a apuntar a continuación una serie de reflexiones, mezcladas con información que he ido acumulando durante la temporada.

En primer lugar, desde el principio, el nuevo proyecto me generó dudas. Llegó Álvaro López como un verdadero ciclón, anunciando una suerte de promesas de hondo calado. Desde las obras en el estadio hasta variopintos fastos para celebrar el centenario del club, pasando por las nuevas oficinas. Algo se ha hecho de todo ello, pero no lo suficiente como para enganchar al aficionado y convencerle de que todo podría ir bien. Dudas, dudas y más dudas. Promesas que, dicen, se irán cumpliendo en los próximos meses-lustros. Veremos.

En lo deportivo, a las primeras de cambio, se decidió cesar a José María Rebollo, siendo segundo a un solo punto del primero. Le sucedió Luis Américo Scatolaro, fulminado después por problemas burocráticos del argentino-mexicano, pero también por otras cuestiones paralelas. El que figuraba como entrenador, Ximo Mas, cogió el mando. Fracasó en su intento de ser campeón tras fallar en los partidos de Aceuchal o en casa ante el Santa Amalia, el colista. En la fase de ascenso, falta de gol y muy poco acierto táctico, con resultados en la mano.

En lo global, este primer año de Álvaro López se ha desarrollado bajo la sombra de la sospecha. Se hizo el traspaso de poderes con Antonio Martínez Doblas, pero el empresario segedano sigue figurando oficialmente como el propietario, aunque se insista en que la operación ya se ha hecho. En el notario estuvieron, pero creo que hasta que no haya un cambio efectivo y efectista (si es que lo hay definitivamente) el proyecto no tendrá toda la credibilidad necesaria.

¿La cantera? Ya veremos cómo termina todo. Luis Puebla, mano derecha de López (por cierto, éste no apareció el domingo) y el propio Rebollo y sus colaboradores auguran problemas. Entre medias, hay una guerra de guerrillas en la que la Fundación del Cacereño está en el disparadero. Me cuentan barbaridades que sería muy largo y prolijo desglosar ahora. Todo se andará, pero no pinta bien.

¿Soluciones? Sobre todo transparencia. Ahora los árboles no nos dejan ver el bosque.