Hace un par de semanas, el Periódico EXTREMADURA daba detalles sobre la posibilidad --esta sí, real-- de que el Cacereño se vendiese. Pasado el tiempo, la feliz noticia tiene visos de hacerse realidad. Esto se podría concretar en sólo unos días, y por el bien del deporte en general y el fútbol en particular de la ciudad, lo mejor es que todo llegue a buen término.

Como también se conoció hace justamente un par de años, el empresario segedano Antonio Martínez Doblas es el protagonista de la historia. Si ya entonces las conversaciones derivaron en un acuerdo --aproximadamente dos millones de euros, 360 millones de pesetas era la cifra-- ahora todo está también a punto de cerrarse. Félix Campo está decidido a vender, Juan Ojalvo ya no pinta nada y hace bien en retirarse tras cumplir una labor ingrata y el club puede vivir una nueva e ilusionante etapa de la mano del empresario, de su amigo Angel Marcos como referencia y con Manuel Sánchez Delgado, ´Manolo´ como más que previsible entrenador, entre otras caras conocidas.

Las condiciones están puestas. En Cáceres hace falta una revolución como ésta. El fútbol vive un estado catatónico permanente agravado por la interminable sucesión de crisis, la desidia del empresario charro --con su parte de lógica-- y la obligación de restructuración como elemento dinamizador y de supervivencia para el futuro. Durante los últimos tiempos han nacido dos nuevos proyectos que, increíblemente, no han unido fuerzas y que han prolongado el negativo estado de cosas.

Martínez Doblas, hijo de uno de los emprendedores más grandes que ha dado Extremadura --Antonio Martínez Buzo-- está a punto de desembarcar. Ojala no ocurra lo que aconteció hace un par de años, cuando se dio marcha atrás a una firma que tuvo como escenario el Cruce de las Herrerías. El jueves pasado, la no menos emblemática figura de Francisco Pizarro, en la plaza Mayor de Trujillo, fue testigo de la última esperanza. La semana que viene, en algún lugar, en algún rincón, el Cacereño resurgirá de sus cenizas... si Félix Campo, insisto, no vuelve a arrepentirse. Que creo que esta vez no, por fortuna para él, pero sobre todo para el Cáceres futbolístico.