CACEREÑO 0: Félix Campo, Pedro García (min. 70, Sergio), Jurado, Guy, Caballero; Gabi, Nico, Rocha (min. 79, Bernal), Santi, Enrique, Joaquín (min. 55, Villa).

LANZAROTE 3: Tomás, Cifuentes, Quique Abad (min. 46, S. Torres), P. Suárez (min. 81, Padrón), Sergio, Vladimir, Niki, Maciot, Nacho Castro (min. 55, Eneko), Gustavo y Raúl Salas.

GOLES: 0-1-Min. 24: Gustavo. 0-2-Min. 68: Raúl Salas. 0-3-Min. 89: Maciot.

ARBITRO: Barea López. Bien, con el gran lunar de un penalti no pitado sobre Enrique. Tarjetas al local Pedro García y a los visitantes Quique Abad, Sergio y Niki.

El equipo juega al fútbol, toca, se arriesga, maneja incluso los partidos... pero pierde. Ayer, por enésima vez, el Cacereño hizo el gasto, pero su rival le asestó tres puñaladas en forma de goles que le dejaron malherido, dejando al descubierto carencias clave para que el proyecto deportivo, de momento, no funcione.

No tuvo el nuevo verdugo verde, el notable Lanzarote, que tirar en exceso de manual para dejar al Cacereño sin sus puntos. Se limitó a contemporizar, a verlas venir y a contraatacar con sumo éxito para firmar el rotundo guarismo, aunque en el terreno de juego no se mostró superior. La diferencia en el fútbol la marcan intervalos como el que va del minuto 23 al 24 del primer tiempo. Enrique fue derribado en un penalti claro no señalado cuando casi enfrentaba al meta, los canarios montan una contra que termina en un golazo de Gustavo.

Ahí está el detalle, así de simple. En una mañana marcada por el viento y las urgencias locales, el Cacereño fue siempre a remolque de las circunstancias, se envalentonó con el 0-1 y atacó, pero con ofuscamiento, cualidad muy poco recomendable en el fútbol. El grupo de Ismael Díaz, que siempre mostró una actitud excelente, fue nulo adelante, demostrándose una vez más la inoperancia de Joaquín, un futbolista con muy buena pinta al que le puede la presión de tener que marcar, y valga el tópico.

El Cacereño tocaba y tocaba y el Lanzarote, un frontón similar al de Noruega 14 horas antes, abortaba cualquier atisbo de gol con cierta suficiencia. Las torres canarias aplacaron las pocas acometidas verdes con criterio sin apenas desperezarse.

SEGUNDA PARTE Con el viento en contra, el Cacereño volvió a afanarse en su continua y estéril acometida sobre el marco de Tomás, que apenas tuvo que emplearse a lo largo del choque. Santi y Enrique, los dos hombres que intuían más peligro por sus continuas carreras por banda, no encontraban nunca rematador en sus centros al área.

El Lanzarote seguía a la espera, agazapado atrás, esperando el golpe definitivo. Ismael Díaz apeló a la épica adelantando a Nico y sustituyendo a Joaquín por Villa (min. 55), un cambio que retrata diáfanamente la falta de gol del Cacereño. El uruguayo lo siguió intentando, pero los noruegos canarios no le permitieron la más mínima. Santi y Enrique intercambiaron bandas, Gabi se ofuscó en la distribución y el Cacereño fue perdiendo gas. Precisamente de un fallo en defensa de Enrique llegó la puntilla, con un cabezazo plácido de Raúl Salas que se convirtió en el 0-2 (min. 68).

Un par de lanzamientos de falta, sin consecuencias, fue la última pólvora --mojada-- que desperdició el equipo verde. Y el tanto final de Maciot, en plena vorágine caótica del partido, terminó por machacar al grupo de Díaz. El público, frío como el tiempo, censuró a los suyos su impotencia, mientras el debate sobre la mejoría del equipo sigue enquistado porque al Cacereño le sigue faltando gol.