A los jugadores del Cáceres 2016 se les quedó la misma cara que un pavo en Navidad al final del encuentro frente al Universidad de Murcia. No en vano, el estruendoso 0-3 (17-25/ 22-25/ 17-25) fue debido en gran medida a los méritos contraidos por unos y otros durante un partido fugaz, escasamente competido y con un final anunciado desde los primeros compases.

Los locales fueron dilapidando, desde el pitido inicial, una a una todas sus opciones de meterse en el encuentro. Falta de concentración y tensión competitiva, fallos garrafales en momentos puntuales, malos ajustes en las jugadas que inclinan la balanza de uno u otro lado..., incluso ausencia de suerte en esas pelotas que han de sumar puntos y acaban engordando el casillero rival. Pero, sobre todo, una clamorosa falta de acierto en los saques -se contabilizaron cerca de 20 errores en este apartado-, aspecto que el entrenador debería cuidar más en los entrenamientos si no quiere sufrir una sangría de puntos en cada choque.

Frente a ello, el Universidad de Murcia opuso seriedad, mucha concentración, una fortaleza mental a prueba de bomba en los minutos determinantes y una tensión de juego propia de los equipos que quieren estar arriba. Tienen varios jugadores notables y uno sobresaliente. El italiano Roberto Mogentale fue una auténtica pesadilla tanto en ataque como en defensa para los locales. Con sus largos brazos, bloquear los ataques del Cáceres 2016 parecía tarea sencilla. A la hora de pasar a la ofensiva era, simplemente, demoledor.

Los dos primeros sets pasaron a velocidad de vértigo (17-25 y 22-25). En el segundo, la igualdad en el marcador fue engañosa, bien administrado el juego por los visitantes. La cosa pareció cambiar al inicio del tercero. Los locales se pusieron en ventaja con una mejora considerable de juego. Un parcial murciano de 1-9 puso las cosas en su sitio y vino a demostrar que el de ayer no era el día de los cacereños.