Fue una fiesta. El público disfrutó de lo lindo. Las banderas y las camisetas españolas poblaban un Multiusos prácticamente lleno. El rojo y gualda dominaban la escenografía en las gradas. Los niños lucían orgullosos los colores de la selección y al final del encuentro intentaban contagiar su entusiasmo al presidente de la Federación Española de Fútbol. ¡Que bote Villar! fue la petición desoída al finalizar el encuentro.

Pancartas, pocas. Había poco que reivindicar. Los únicos mensajes en la grada eran por motivos muy concretos. Los cien partidos de Andreu era uno de ellos. Otra tenía más color local. ´Ortiz, Coria está contigo´ se dejaba ver al lado del palco de autoridades. El jugador madrileño, autor del tercer y del undécimo gol del combinado nacional, tiene novia, María. Y es cauriense. "Es mi sobrina" hacía saber un caballero detrás de la pancarta; "Hemos venido varios familiares a apoyarle. Es un fenómeno". Faltaba, curiosamente, la susodicha María. Quizá lo dejara para mañana. Fue la otra nota extremeña de una selección, cuyo médico, Lorenzo García Camacho, es de Almendralejo.

A la salida del pabellón, unos niños esperaban a Villar. "Hala Madrid, hala Madrid" le espetaban en referencia a la foto con la camiseta del equipo blanco que se había hecho junto a Ramón Calderón y Enrique Cerezo días atrás. "Yo soy del Athlétic", dijo acercándose a ellos y eludiendo la polémica suscitada por este motivo.

El presidente tuvo unas palabras para EL PERIODICO: "Agradezco a Cáceres el recibimiento que ha vuelto a brindar a la selección. Ya lo vivimos en la anterior ocasión que vinimos y, por ello, lo esperábamos", decía y aprovechaba para anunciar que anoche mismo partía de la ciudad tras la cena y que no estará mañana ante Croacia.

Villar evitó aguas pantanosas al ser preguntado por las satisfacciones que la selección de fútbol sala produce. "Todas me dan satisfacciones, pero ésta es campeona del mundo y, por ello, especial", dijo despidiéndose a la carrera.