Cáceres 2016 - 82: Perico Sala (3), Francis Sánchez (11), Lucio Angulo (12), Randy Holcomb (14), Diego Guaita (2) --cinco inicial-- Drew Naymick (23), Ermolinski (0), Juan Sanguino (9), Gio Dedas (0), Alex González (8), Xavi Forcada (0), Roger Fornas (0).

Basquet Mallorca - 85: Marc Blanch (12), Carles Bivia (4), Jeff Bonds (1), Shaun Green (7), José Amador (26) --cinco inicial-- Alberto Alzamora (6), Juan Riera (18), Llorens Llopart (3), Israel Pampín (8).

Arbitros: Martínez y Palenzuela. Eliminado: Angulo (min. 40).

Marcador por cuartos: 17-14, 32-42, 56-63 y 82-85.

Incidencias: Undécima jornada de la LEB Oro. 1.500 espectadores en el Pabellón Ciudad de Cáceres, la peor entrada de la temporada. El marcador funcionó mal casi todo el choque.

Acumuló el Cáceres 2016 otra de esas derrotas dañinas de las que uno se acuerda a final de temporada si al hacer balance no se cumplen los objetivos. Esta vez fue el Mallorca, un honestísimo pero brillante equipo, el que se aprovechó de la irrisoria defensa de los locales, a los que sus frecuentes desconexiones sigue costando carísimas (82-85).

Tras el ímpetu inicial que supuso la entrada de Gustavo Aranzana, los grandes males de este equipo continúan latentes: suprema indolencia cuando tiene que apretar el culo atrás e irritante intermitencia cuando ataca. Se intuye una sobredosis de individualismo en ese vestuario, en el que salvo honrosas excepciones la mayoría parece más pendiente de su propio lucimiento que del bien del colectivo. Sobra calidad, pero falta espíritu de grupo. Y así es muy difícil ganar a cualquiera en una competición exigente.

Si no, ¿cómo se explica que el Cáceres ganase por 104-75 en el capítulo de valoración estadística, cogiese 13 rebotes más y se impusiese en el parcial de tres de los cuatro cuartos y aún así perdiese? El día que todos se pongan a remar, si es que llega ese momento ansiado por la grada, el palco y el cuerpo técnico, se intuye que será una máquina letal. Si no es así, la temporada puede hacerse muy larga y espinosa. El partido lo llevaron los baleares --que, con un enorme José Amador, no añoraron a su americano Daniel Northern-- a su terreno: el del pimpampún . Tienen mucha pólvora e intercambiando canastas son únicos. Inexplicablemente, cuando el Cáceres 2016 debía buscar un combate de desgaste y trabado quiso ganar del modo que más difícil lo tenía. Y perdió, claro, sin que esta vez pueda quejarse de falta de apoyo desde la grada, más escasa que en cualquier otro momento de la temporada, pero también más animosa, sin un solo silbido a uno de casa. La hinchada no merece ver a una plantilla construida con tanta ambición tan abajo en la tabla.

FRIALDAD Se dice que el baloncesto es un deporte de domingos por la mañana, pero cada vez más a menudo los partidos con horario matinal empiezan gélidos, como si los biorritmos de los jugadores estuviesen adaptados a la tarde-noche. El primer cuarto fue así: discontinuo, sin dueño. Randy Holcomb pareció enchufado por esta vez, pero sería un espejismo. Con 17-14 se cerraron los diez minutos iniciales, en los que Aranzana solo hizo un cambio. Que por qué no le transmite confianza en la segunda unidad se demostró después con una hecatombe que costaría cara. Los suplentes encajaron 28 puntos en el segundo cuarto y en ataque no encontraron más que a Juan Sanguino (32-42 al descanso).

Ya todo fue pedalear cuesta arriba, pero al partido le faltaba vuelta de tuerca tras el paso por el vestuario. Un 13-0 de parcial, en unos minutos sublimes --es lo que más fastidia: saber que estos chicos pueden jugar así-- empató el marcador (49-49, min. 25). Cuando se esperaba un impulso irrefrenable hacia la victoria, la relajación volvió. 0-12 al canto y vuelta a empezar. Tremendo.

El Cáceres 2016 llegó a perder 56-70 (min. 33), pero tuvo con Lucio Angulo como improvisado pívot (¡13 rebotes! ¿Dónde narices estaban los interiores?) una última reacción que al menos apretó el marcador, aunque no hubiese opción real de victoria.