CACERES 2016: Busciglio (14), Jones (5), Peña (5), Sanguino (11), Williams (19) --cinco inicial-- Panadero (15), Gruber (6), Félix Ortiz (-), Lorenzo Díaz (-), López Varela (-).

OURENSE G. JUANES: Moore (15), Ros (15), Primc (-), Z. Williams (10), Salsón (13) --cinco inicial-- C. Williams (-), Alvarado (11), Sheburov (-).

MARCADOR POR CUARTOS: 20-23, 39-32 (descanso), 59-46, 75-64 (final).

ARBITROS: Albacete y Jerez. Eliminado: Sam Jones (min. 39).

INCIDENCIAS: Gran ambiente en el pabellón, con presencia de la televisión pública.

El objetivo está ahí. Aun perdiendo los cuatro partidos de liga regular que restan --harto complicada la posibilidad--, el Cáceres puede estar en la eliminatoria puente antes de la final a cuatro que se disputará en su pabellón. Ayer, en una nueva faena de aliño, se desembarazó del Ourense con unas armas ya clásicas en su trayectoria post-Pozuelo: fiabilidad, concentración y fogonazos de varios de sus jugadores en el corazón del rival.

Ni siquiera el habitual artista estelar, Kelvin El Pollito Peña, fue ayer actor principal, cariacontecido en el banco durante casi 25 minutos. El Cáceres no necesitó del dominicano para funcionar. Este equipo lo arregla todo con solvencia, sin apenas alharacas.

El Ourense, pese a sus urgencias, puso una resistencia feroz en el primer cuarto, en el que mandó cuando su línea exterior superó la apuesta bajita cacereña. Los gallegos llegaron a estar siete puntos arriba en un par de ocasiones (10-17 y 12-19), pero la salida de Luis Gruber cambió el panorama.

No era lógico que Ricardo Busciglio llevara el peso anotador de los locales. El italo-argentino volvió a ser clave por su ingente trabajo, pero no podía seguirse la dinámica. Apareció Gruber y aparecieron Panadero, Sanguino y Williams, y estos tres jugadores son determinantes cuando se asocian. Así lo hicieron, con un Jones también capital.

El partido cambió radicalmente. Busciglio siguió anotando, Panadero sacó su fusil y el partido se tornó (54-45, min.19).

La resistencia orensana se limitaba a sus exteriores Moore y Alvarado y al buen trabajo de Salsón dentro. El desequilibrio era ya casi descomunal. Dani García, el temperamental extécnico del Plasencia, no podía dar ya con la tecla adecuada. La suerte estaba echada.

El Cáceres había conseguido escalar un poco más arriba en su particular cima. Su sobriedad está fuera de toda duda. El detalle de Peña en el banquillo es, incluso, una noticia positiva más. Eso quiere decir que hay muchas balas en la recámara. Y, además, muy certeras, muy fiables.