El pasado año se vio extraordinariamente frustrado por el hecho de que firmara por Golden State Warriors y, el mismo día, se quedara fuera del equipo tras una inoportunísima lesión de Kevin Durant. Con ello, se esfumaba su sueño de alcanzar un anillo de la NBA. Paradójicamente, pirueta del destino, a José Manuel Calderón (Villanueva de la Serena, 28 de septiembre de 1981) le va a dar para porfiar por él. Será al lado de Lebron James en Claveland Cavaliers, verdugo de Boston en el séptimo partido (79-87).

«A la final de la NBA. Campeones del Este. Muy feliz por este equipo. Otro séptimo partido y éste fuera de casa», escribió ayer en su cuenta de Twitter el extremeño, que no llegó a jugar un solo minuto, pero que está viviendo esta experiencia de la mejor manera, alabado por el propio LeBron y esperando más minutos. Calde, cauto, siempre está preparado.

Sería rizar el rizo, pero el villanovense quiere ser campeón, como lo fue su amigo Pau Gasol con los Lakers en un par de oportunidades o Serge Ibaka, que también jugó una final con Oklahoma en 2012. Con diferente rol, pero con la misma ilusión. Es su temporada número 13 en la NBA y, como dijo en una entrevista concedida a este diario el pasado verano, «aún me veo dos o tres años más aquí». Sí tiene claro que su carrera acabará cuando se termine su aventura en USA. Ni Madrid, ni Barcelona, ni Vitoria. «Me gustaría llegar a quince años. Voy a empezar el trece y como mínimo me gustaría llegar a quince. Me parece un número de temporadas serio, importante. Me encuentro muy bien, creo que tres años más podré jugar sin problemas. Cuando acabe en la NBA será mi final en el baloncesto», expresó en pleno campus, otra de sus pasiones cuando vuelve a casa cada verano.

El momento es el mejor para Calderón, teóricamente en el ocaso de una carrera espectacular, aunque con altibajos. Desde los inicios en Toronto hasta ahora, en Cleveland, el extremeño ha sido unánimemente respetado. Jamás ha levantado la voz en sentido negativo. Como cuando era clave en la selección, que dejó cuando le llegó su momento, su espíritu de equipo lo ha acreditado allí donde ha estado.

Ahora, en la perspectiva del título, el serón, ídolo en su tierra, hace historia y enorgullece a todos. Camino de los 38, nunca es tarde si la dicha es la mejor.