Alberto Contador ya no sueña en rosa. Vive en rosa, en un mundo ciclista maravilloso, de ensueño, que pone la piel de gallina y que hace rejuvenecer el espíritu con recuerdos que parecía que jamás volverían a florecer. Con apenas 25 años ya ha ganado el Tour y el Giro. El próximo mes de septiembre, en la Vuelta, porque el Tour le sigue condenando de forma estúpida, puede convertirse en el quinto corredor de la historia que venza en las tres grandes, algo que solo ha estado al alcance de enormes ciclistas como Jacques Anquetil, Felice Gimondi, Eddy Merckx y Bernard Hinault.

Veinticinco años solo y los del Tour tan viejos. Han querido cerrarle los párpados. Pero no podrán porque siempre habrá corazones que vibrarán en primavera con el Giro y que, por suerte o por desgracia, continuarán disfrutando con la ronda francesa que hacen grande los corredores y no sus organizadores. "No le invitan. Pues ellos se lo pierden". Queja, lamento, grito de rabia, da igual, de Johan Bruyneel, el técnico del Astana que vela por los destinos de Contador como antes lo hizo por los de Lance Armstrong. Bruyneel lo repite constantemente. "Alberto me recuerda a Lance". Y no es amor de padre deportivo. No. El técnico belga tiene razón. Solo hace falta ver a Contador moverse sobre una bicicleta subiendo un puerto o en una contrarreloj. Es el vivo retrato del siete veces vencedor del Tour.

LA COMPARACION Tal vez no gire los pedales con la furia de Armstrong, porque tiene solo 25 años (y los del Tour tan viejos) y a esa edad Armstrong todavía no sabía lo que significaba una victoria en París.

Sin embargo, es mejor que Armstrong en un aspecto. El tejano se encerró en un mundo ciclista en el que solo existía el Tour, el Tour y nada más que el Tour. Condenó y enterró al resto del ciclismo. Contador ama el Giro, al que ha vuelto a colocar en el mapa deportivo, y con la rabia que le impone el verse rechazado de forma absurda por el Tour partirá en septiembre con el coraje necesario para convertirse en el primer corredor español que gana las tres grandes, algo que no consiguió ni Miguel Induráin, al que ayer sucedió, 15 años después, en lo más alto del podio de Milán.

"El Giro tiene un sabor especial. Por esto, moralmente, esta victoria es casi mas importante para mí que revalidar este año el título en el Tour", aseguró Contador, minutos después de escuchar cómo se gritaba su nombre por el centro de Milán, tras darse un baño de color de rosa en el podio de Milán rodeado por Riccardo Riccò (segundo) y Marzio Bruseghin (tercero).

Contador, ayer, solo necesitó controlar a Riccò en la contrarreloj final que le condujo a Milán, a través de calles abarrotadas de seguidores. No arriesgó por la victoria de etapa, que se llevó Marco Pinotti, el campeón italiano de la especialidad. Sin esforzarse al máximo, dando de sí solo el 80% de la forma con la que ha ganado el Giro, le sacó casi dos minutos a Riccò, suficiente para demostrar su superioridad y para evidenciar que es el mejor contrarrelojista entre los grandes escaladores. Por eso ganó el Tour hace un año, porque sube como el mejor y no pierde con el crono la burrada de minutos que se acostumbran a dejarse los buenos escaladores.

Contador se doctoró como el primer abanderado de unos ciclistas españoles que dominan buena parte del concierto mundial: Oscar Freire, tres veces campeón del mundo y que aspira este año a revalidar el jersey arco iris y ganar el oro en los Juegos de Pekín; Alejandro Valverde, que quiere reivindicarse ganando el próximo Tour, que debe elegirle como uno de los principales candidatos al amarillo de París; hasta Joan Llaneras, líder en otra especialidad, la pista, que domina como el que más con sus siete títulos mundiales y su oro en los Juegos Olímpicos.

TRAS VACACIONES Contador conquistó Milán como lo había hecho antes en París. Pero con una magia que pasará a la historia: sin prepararse, viniendo después de estar de vacaciones, recorriendo Italia a ciegas, sin conocer nada y sobreponiéndose a las encerronas --por supuesto, deportivas-- de los Riccò, Di Luca, Simoni, Savoldelli, etcétera.

Y una vez más, también, conviene recordar de nuevo otra historia que siempre le acompañará y que le vuelve a similar otra vez a Armstrong. Contador, hace cuatro años, sufrió un cavernoma cerebral. Cirugía y hasta consejos de que dejara el ciclismo. Y regresó, tal cual lo hizo el tejano cuando derrotó al cáncer, en el año 1996.