Hace un año, en París, entró Rafa Nadal en un negro túnel del que llegó a pensar que no saldría. Después de firmar la mejor temporada de su vida en el 2008 (ganó su cuarto Roland Garros consecutivo, su primer Wimbledon, la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín, se colocó número 1 mundial y ganó el Abierto de Australia al inicio del 2009, conquistando un total de 10 títulos en ese periodo natural), esa espectacular racha (ver gráfico) se rompió el 31 de mayo del 2009 al ser eliminado precisamente por Soderling en los octavos de Roland Garros.

Su cuerpo dijo basta y su cabeza explotó. Se marchó de París roto pero sin desvelar públicamente unos problemas de tendinitis en la rodilla que arrastraba desde hacía tiempo. No era lo más importante. En casa las cosas tampoco iban bien desde hacía tiempo. Sus padres, Ana Maria y Sebastià, habían firmado el divorcio a principios de año y le costaba asimilar la situación. "Es un chico normal, muy familiar y esos momentos fueron muy duros para él", cuenta Toni Nadal. Estaba vacío. Por primera vez en su vida no tenía ganas de coger una raqueta.

Toni Nadal tomó una medida drástica. "Olvídate del tenis. Disfruta con tus amigos y cuando sientas la necesidad de volver, nos ponemos a trabajar", le dijo. Nadal pudo hacer una vida normal en Manacor y estar con su familia en unos momentos duros para todos. "Fue un choque, me había sentido sin fuerza física ni anímica para afrontar los momentos importantes de la temporada. Durante un mes estuve fuera del mundo", ha comentado después.

El verano y el calor mejoraron sus problemas con las rodillas y Nadal volvió a los entrenamientos con suavidad, sin forzar. "Siempre me han enseñado que en esta vida hay que aceptar las cosas", explica. El recuerdo del 2005, cuando una lesión en la planta del pie amenazó con acabar con su carrera, le ayudó a asumir la situación que estaba atravesando.

El arco y el arquero

Volvió para la gira americana de cemento que empezaba en Montreal y acababa en el Abierto de EEUU, donde cayó en semifinales contra el argentino Juan Martín del Potro, que sería el campeón. Pero no habían acabado aquí lo problemas. Esta vez los abdominales le obligaron a parar de nuevo. No volvería a reaparecer hasta la Copa Masters, en la que perdió tres partidos sin ganar ni un set, pero luego se tomó el desquite ganando su segunda Copa Davis.

Lo peor había pasado y Nadal se marchó a Manacor para recuperar el tiempo perdido. Probó el nuevo cordaje RPM Blast que Babolat le había ofrecido hacía tiempo. "Nos costó convencerle. Al principio no quería porque detesta cambiar", recuerda Toni Nadal. El siempre le había dicho que lo importante no es el arco sino el arquero, pero esta vez estaba convencido de que ese cordaje le ayudaría a mejorar sus golpes. "Le da más efecto y potencia", explica. Y mejoró, aunque Nadal aún tuvo que vivir otro mal momento cuando otra vez las rodillas le obligaron a abandonar en Australia ante Andy Murray. Pero había recuperado sus ganas de volver adonde lo dejó, y ya estaba en el camino de lograrlo.