Cumple hoy 40 años uno de los iconos contemporáneos de la ciudad de Cáceres: el estadio Príncipe Felipe. Resulta muy fácil identificar la peculiar estructura de hormigón de su visera que, hasta que se inauguró la Autovía de la Plata, recibía a los automovilistas que procedían del norte por la carretera de Salamanca, justo enfrente del polígono industrial de Las Capellanías. La inauguración extraoficial se produjo exactamente hace cuatro décadas con un partido entre su propietario, el Cacere- ño, y una selección extremeña. Más de un año después, el 29 de mayo de 1978, se produjo el acto oficial con el Salamanca como invitado. Aquella cita terminó con victoria por 1-2 del combinado regional, aunque el primer gol lo marcó un jugador del equipo verde, Bastida, de penalti. En todo este tiempo desde entonces ha habido muchos más tantos, pero también otros momentos históricos para Cáceres, con el concierto de Dire Straits en 1992 quizás como día más significativo. Sobre un proyecto inicial de José Ulecia, la construcción del estadio cumplió una aspiración histórica del aficionado al fútbol, aunque con distancia puede extrañar que fuese una iniciativa privada y no auspiciada por las instituciones públicas, cuya aportación se limitó a la cesión de los terrenos. En las otras grandes urbes extremeñas (y por lo general a nivel nacional), los campos son de titularidad municipal.

En este caso no. El Cacereño se hizo su propia casa con todo lo que ello suponía: entera libertad para disponer de ella, pero también unos gastos de mantenimiento que a menudo han supuesto un lastre. Expuestas a las inclemencias climatológicas, por dos veces han caído distintas torretas de luz al suelo. También parte del cerramiento de la zona de preferencia se derrumbó por el fuerte viento. Pero no todo han sido desgracias. En absoluto. De hecho, la primera temporada que se disputó allí íntegramente, la 77-78, se culminó con un ascenso a Segunda B, una categoría que el Cacereño ha alternado con la Tercera en estos 40 años. 18 de ellos los ha pasado el club verde en la categoría de bronce (el periodo de 2009 a 2016 de siete años consecutivos es su récord histórico) y 22 un peldaño más abajo, donde se encuentra actualmente y que espera abandonar pronto. Y es que si algo ha habido en el Príncipe Felipe --por cierto: el actual rey nunca lo ha visitado-- es fútbol. Aparte de las vicisitudes del Cacereño, puede presumir de haber acogido un partido internacional de selecciones absolutas (España-Rumanía en 1991) y otro de Primera (Atlético de MadridDeportivo en 1992). Aunque algunos de sus servicios necesitan modernizarse, a buen seguro que todavía le esperan al estadio momentos de gloria. Se trata de un espacio con muchas posibilidades que admite todo tipo de proyectos.