La noticia lleva rondándole toda la semana a Fernando Carmona Méndez, que se ha convertido en uno de los protagonistas involuntarios de la próxima jornada de Primera División. El árbitro pacense --único extremeño en la máxima categoría-- tendrá que pagar él por los errores de sus colegas: la afición del Zaragoza ha preparado una protesta que consistirá en enseñarle 6.000 tarjetas rojas por los últimos arbitrajes que el equipo maño ha sufrido.

La paradoja es curiosa, ya que Carmona no ha intervenido en ninguno de los encuentros que ha hecho saltar la ira de directiva e hinchada zaragocista, en concreto los que enfrentó al equipo con el Real Madrid y el Albacete. Los errores cometidos por los colegiados en esos choques hicieron que el pasado martes Alfonso Solans, presidente del Zaragoza, se quejase con contundencia: "Estamos hasta el gorro", afirmó con claros gestos de desagrado.

La iniciativa de las 6.000 tarjetas surge de un grupo de aficionados que ya están recortando las cartulinas, las cuales distribuirán el domingo en la entrada de La Romareda, minutos antes de que se inicie el partido ante el Barcelona.

Carmona ha recibido la idea con cierta estupefacción. Y es que curiosamente ha sido un árbitro fundamental para la historia del Zaragoza... para bien. Hace tres temporadas dirigió un encuentro en el que el equipo aragonés venció por 1-5 al Real Madrid en el Santiago Bernabéu y la temporada pasada su arbitraje fue irreprochable en el triunfo maño en la final de la Copa del Rey (3-2, también ante el conjunto blanco). "Fue el mejor que he hecho en mi carrera", ha recordado ahora.

"CARAS LARGAS" Esta semana fue nombrado oficialmente vicepresidente de la Federación Extremeña y se encuentra entre los candidatos para suceder a Juan Espino al frente de ella. Sin embargo, las noticias que llegan desde Zaragoza le han llenado de incomprensión. "Espera una sonrisa allí y veré caras largas, un clima hostil", ha comentado a diversos medios. Sin embargo, ha comentado que lo que le ocurra en La Romareda no le afectará: "Llevo mucho tiempo arbitrando y, a mi edad, ya no me afecta el ambiente. Saldré a impartir justicia y a disfrutar, poruqe me queda poco tiempo de arbitraje y tomo cada partido como si fuera el último".

En su opinión, "lo primero que hay que hacer es ponerse en la piel de los colegiados y pensar que las presiones externas, más que beneficiar al árbitro, lo que hacen es entorpecer su labor. Somos humanos. Yerran los árbitros y los jugadores. Incluso los que parecen infalibles".