La Parabólica es la curva donde se gana o se pierde tiempo en Monza, es la clave", dijo Giancarlo Minardi. "Y Fernando Alonso la hace mejor que nadie", añadió. En esa curva cimentó ayer el bicampeón su dominio de principio a fin en el Gran Premio de Italia. Hamilton nunca encontró la forma de pasar tan rápido por ese tercer sector y eso le alejó de su compañero, pero se ganó a pulso el segundo puesto con un adelantamiento a Kimi Raikkonen.

Ya solo le separan tres puntos de Hamilton, pero quizá es más importante para Alonso haber encontrado el camino para seguir haciéndolo: "Centrándome en hacer bien yo todas las cosas". Ni compañero, ni vuelta extra, ni líos en la crono, ni tratos de favor en el equipo, ni telemetrías...

Todo fuera. Y concentrado en lo suyo, Alonso encontró unos reglajes perfectos y superó también uno de sus problemas en las últimas carreras: la salida. Es verdad que McLaren ha vuelto a montar el embrague de las primeras carreras --más eficaz-- y que el asturiano partió ayer por la parte limpia de la pista, pero reaccionó como en sus mejores días a los semáforos.

Arrancó como un tiro, mientras que Raikkonen arrebataba el cuarto puesto a Nick Heidfeld en la recta y Felipe Massa ya estaba a la par de Hamilton a mitad de las tribunas. "No salí bien", reconoció el inglés. Pero arrinconó a Massa contra el exterior de la recta, justo hasta que el brasileño metió las ruedas en el césped. Ahí perdió tracción y la progresión para adelantar al McLaren. Aun así llegaron de nuevo juntos a la chicane. "Me preocupó ver a Felipe justo detrás de mí y tuve que retrasar al máximo la frenada", desveló Alonso. Lo peor es que vio a Hamilton a su lado. "Una situación muy difícil porque podíamos tocarnos".

ACCIDENTE DE COULTHARD No llegó a tanto y Hamilton mantuvo in extremis la segunda posición, eso sí, tras tocarse ligeramente con Massa. El momento más delicado había pasado, pero la carrera aún estaba abierta, sobre todo por la entrada del coche de seguridad en la segunda vuelta tras el accidente de David Coulthard en la Curva Grande tras tocarse con Fisichella.

El safety car beneficiaba a los pilotos que se hubieran decidido por una estrategia a una sola parada. Y la banda blanca en los neumáticos blandos de Kimi Raikkonen delataban que el finlandés podía haberse inclinado por esa opción, buscando la sorpresa, un golpe de suerte que quizá llegó demasiado pronto para él. Si el safety entra 10 giros después podía haber ganado. Aun así tenía una oportunidad. Se convirtió en la única esperanza de Ferrari porque Felipe Massa abandonó pronto. "Pensé en un pinchazo", explicó el brasileño. Se había roto la suspensión. Adiós a la carrera y al título.

DESGASTE DE KIMI Hamilton realizó su primera parada en la vuelta 18, con 1,4 segundos de desventaja sobre Alonso, que se detuvo dos vueltas después, y regresó con 2,3 de ventaja a pista. Por ese lado, todo claro. Fernando podía mantener a raya a Hamilton. Pero, ¿y Kimi?. El finlandés hizo su única parada en la vuelta 25 cuando era líder. Regresó a pista tercero, con 19 segundos de desventaja con Alonso. Y ahí radicaba la victoria. Alonso sabía que emplearía 28 en el segundo repostaje, así que tenía que llegar a su segunda parada con 29 o 30. Sacó tres décimas en cada paso por la Parabólica y fue limando un segundo por vuelta a Kimi a un ritmo tan infernal que en pocas vueltas alejó a Hamilton a ocho segundos.

El inglés no pudo separarse lo suficiente de Raikkonen y regresó por detrás del finlandés en su segunda parada (vuelta 40). Para entonces, Alonso tenía ya los 30 segundos que necesitaba. Debería haber entrado en la vuelta 41, pero aguantó un poco más. Un cambio perfecto le devolvió a la pista como líder supremo. Tenía el triunfo en la mano y Kimi, que había machacado sus gomas a una sola parada --en las frenadas "apenas podía sujetar mi cuello", dijo-- se había intercalado entre los dos McLaren.

Y fue entonces cuando Hamilton sacó a relucir su mejor virtud, el adelantamiento, y rebasó al Ferrari en una frenada imposible a final de recta. Arriesgó sin pensar en el título, en la carrera, nada más que en adelantar. Trabó las ruedas, dejó su coche de costado y libró milagrosamente la chicane. Una maravilla.