Séptimo día. Nada de descansar. A trabajar, y duro. A correr, y mucho. A jugarse la vida, y de verdad. A pelear. A chocar los carenados si hace falta, que faltará. Estamos en la catedral, así que alguien les protegerá. Pueden arriesgar más que otras veces. El de allá arriba tampoco quiere perderse el espectáculo y menos si se trata de los otros dioses, los de las dos ruedas, los que visten de cuero, huelen a gasolina y veneran al asfalto.

Assen, la más grande iglesia de los feligreses de las dos ruedas, el auténtico templo de esos devotos, abrirá hoy sus puertas a las 09.40 horas (TVE-1) para albergar el Gran Premio de Holanda de motociclismo, en el que tres españoles (Julito Simón, Alvaro Bautista y Jorge Lorenzo) quieren abandonar bajo palio semejante monumento y seguir líderes de los tres campeonatos.

Assen, mitad trazado, mitad campo, mitad circuito, mitad sembrado verde esperanza, como el color de los iranís que exigen libertad, es el séptimo GP del año pero, en lugar de descanso, reclama una gran movida, la creación de un monumento a la velocidad, a la audacia.

Si lo dudan, recuerden: siete carreras, dos victorias para Valentino Rossi (España y Catalunya), dos para Jorge Lorenzo (Japón y Francia), dos para Casey Stoner (Qatar e Italia), tres poles para Giorgio (Jerez, Mugello y Montmeló), dos para el Doctor (Motegi y Assen) y una para el joven australiano (Qatar). ¿Más? Están todos, incluido Dani Pedrosa, que estrena chasis e ilusión aunque físicamente sigue maltrecho, metidos en medio segundo. Todos, menos Rossi, claro, tienen de qué preocuparse.

Rossi dice tenerlo todo controlado. Pedrosa, que hizo su tiempazo pegadito al colín del Doctor, teme "no poder resistir el ritmo", aunque lo intentará "sin anestesia". Lorenzo, que acarició la pole, está enfadado "porque la última parte del trazado, con dos chicanes seguidas", no le salió "ni a tiros". Y Stoner, que acabó enviando "a la mierda" a Gibernau por haberle estropeado su vuelta rápida.