El Cáceres empleó a 14 jugadores para lograr el ascenso, aunque uno de ellos no llegó a disputar ningún partido oficial. Esta fue su contribución uno a uno y también qué ha sido de cada uno de ellos.

Toni Romero

Llegó desde el Mérida, de Segunda. No solía ser titular, pero sí el base con más minutos, sobre todo cuando se necesitaba anotación. Suplía con descaro su discreta forma física.

Actualmente es director de planta de una compañía fabricante de cables de fibra óptica. Sin embargo, su labor más público es la de político: es concejal por el PP en el Ayuntamiento de Canet de Mar y regidor en el Consejo de El Maresme.

Ángel de Pablos

Vallisoletano de nacimiento e hijo y hermano de periodistas, ya jugaba en el Cáceres incluso cuando estaba en Segunda. Era todo lo contrario que Romero: cerebral y aceptable defensor. Se llevó un disgusto importante cuando supo que no renovaría.

Ocho años después del ascenso conseguiría debutar en la ACB con el Cáceres, cuando ya era todo un veterano. Ejerció como comercial de telefonía móvil y desde hace unos años es visitador médico. Es el único que vive en Cáceres. Superó un infarto en 2016.

Álvaro Rodríguez

Joven de la cantera del Caja San Fernando, encandiló a Martín Fariñas durante una época de la temporada con su porte de base moderno de más de 1,90. Luego desapareció de la rotación tan súbitamente como apareció.

Trabaja como administrativo en el Hospital Quirón Sagrado Corazón en Sevilla. Y no ha olvidado el baloncesto: es entrenador en el Colegio Maristas San Fernando y sigue jugando una liga de veteranos.

Juan Méndez

Probablemente el jugador más carismático para la afición, a la que solía levantar de sus asientos. Su carrera la caracterizó la capacidad para liderar equipos que buscaban el ascenso a la ACB. Más penetrador que tirador.

Tras un paso por el mundo de los seguros y en un proyecto deportivo del Ayuntamiento de La Laguna, está de vuelta en el baloncesto: trabaja para el Iberostar Tenerife (antiguo CB Canarias) en la organización de eventos, marketing y con la cantera.

Roberto Gómez

Un auténtico especialista desde la línea de tres puntos. Aparte de una defensa basada más en la voluntad que en el atletismo, su función se limitaba en esperar tiros librados en la línea, que entonces estaba a 6,25 metros.

Se retiró tras el ascenso y estuvo un par de años como entrenador de cantera en el Cáceres CB. Después regresó a su tierra natal, Logroño, donde ejerce como comercial en el periódico ‘La Rioja’.

Gaby Abrines

El ‘3’ titular lucía siempre una aparatosa rodillera que limitaba su juego, que por otra parte tenía muchos matices: encadenaba enormes rachas anotadoras, corría el contraataque, ayudaba en el rebote, cumplía en defensa…

Mantiene un negocio de informática en Palma de Mallorca. Su apellido se ha hecho muy famoso en los últimos años con la irrupción de su hijo Alex, internacional y miembro de Oklahoma City Thunder. Hay un gran parecido físico entre ambos.

Jordi Freixanet

Fue una gran promesa del basket español que se quedó en un buen jugador. Cuando llegó a Cáceres iniciada la temporada necesitaba relanzarse. Y lo hizo basado en su polivalencia (su celebérrima canasta la anotó como ‘4’) y conocimiento del juego.

Estuvo un año más en el Cáceres y otro en el TDK Manresa, donde ejercería después como delegación. A continuación abrió su propio estudio en la localidad catalana como aparejador. Dos de sus hijos, Jael (baloncesto) y Pol (fútbol), son profesionales del deporte.

Alberto Frías

Era un jugador con experiencia en la élite (Mayoral Maristas) que no tuvo suerte. Encadenó una lesión tras otra y no llegó a jugar más que algún amistoso. Fue cedido al Extremadura (equipo cacereño de Segunda) y luego se marchó.

No continuó en el basket profesional, pese a que no había cumplido todavía los 30 años. Consiguió trabajo en el sector bancario en la zona de Valencia.

Víctor Ruiz

El único extremeño. Martín Fariñas apostó por él como junior, pero solo tuvo protagonismo en un partido que acabó con victoria ante el Askatuak. Luego, con problemas físicos, apenas volvió.

No se hizo un hueco en el basket profesional. Vive en su ciudad de nacimiento, Badajoz, y ha trabajado en Telepizza.

Quique Silván

Era un alero alto joven y con muchas posibilidades, pero las exigencias competitivas del equipo no le permitieron tener oportunidades. Siguió otro año en Cáceres y luego su carrera tampoco trascendió a categorías superiores.

Se incorporó la empresa familiar de transportes en Bembibre, En el Bierzo. Su hermano José Eloy, que sí llegaría a la ACB, murió en accidente de tráfico en 1998.

Pepe Benedé

‘Superviviente’ del equipo que no logró el ascenso en Segunda, su caso fue similar al de Ángel de Pablos: era titular, pero el ‘4’ más utilizado fue Felipe García. Su especialidad era el tiro desde cinco metros.

Siguió unos años más en el baloncesto hasta que se asentó en Lleida, donde dirige una oficina de Mapfre. Hace unos meses abrió también una empresa dedicada a asesorar a deportistas a cómo hacer la transición desde la retirada al mercado laboral.

Felipe García

Inolvidable su capacidad para generar desde el poste bajo, con un movimiento de pies depuradísimo. Seguramente le perjudicó para no llegar más arriba su escasa estatura (quizás no llegue a los dos metros) para jugar como pívot.

En principio firmó su renovación, pero luego rescindió su contrato. Regresó a su Melilla natal, primero para jugar y después para trabajar en el aeropuerto y para la ciudad autónoma. Ha sido vicepresidente de su federación de baloncesto.

Jiri Okac

La gran sorpresa: pocos confiaban en un checo que venía de la liga húngara, por mucho que hubiese sido internacional y midiese 2,17. Resulta imposible imaginar el ascenso sin su capacidad de intimidación en defensa y resolución en ataque.

Subió ya con 28 años, pero tuvo una larga carrera posterior, jugando hasta bien entrados los 40. Plasencia también se quedó prendado con su carisma. Y completó el círculo volviéndose a vestir la camiseta del Cáceres en la LEB 2003-04. Se dedica a sus negocios en la República Checa, aunque periódicamente vuelve a Extremadura.

Santi García

Le caracterizaba una gran agresividad defensiva, aunque sus recursos fuesen en el otro lado de la pista. Fue el interior con menos minutos, pero su aportación también resultó importante.

Por lo que parece, acabó desencantado del mundo del baloncesto. Trabaja en la construcción en Canarias.