La capitana del Al-Qazeres, Elena Corrales (Cáceres, 17 de septiembre de 1992), lo reconoce abiertamente: «no, no me lo esperaba, por supuesto». Para ella representa un «sueño» haber rebasado los 100 partidos en las dos competiciones nacionales (Liga Femenina y Liga Femenina 2) con el club extremeño de la máxima categoría del baloncesto.

Exactamente 105 encuentros ha disputado ya la escolta, cifra a la que no ha llegado nadie. Sus amigas Jara Salgado, Carla Nascimento o Vero Sánchez, por diferentes motivos, no han podido alcanzar esa estadística, forjada a base de ilusión, constancia y múltiples sacrificios para una canterana con vocación de maestra, pendiente solamente ya de su trabajo de fin de grado para completar su formación de futura profesional de la enseñanza, «aunque no descarto estudiar otra cosa ahora», apunta.

El viernes, en el partido ante el Campus Promete en el Serrano Macayo, recibirá el correspondiente homenaje de una entidad con apenas cinco años de vida. «Alguna sorpresilla he escuchado que me están preparando», dice la deportista, para quien es complicado disimular la emoción ante lo que está viviendo.

«Sabía que estaría sobre los 100, pero no he estado pendiente. Claro que estoy feliz», dice Corrales, alguien con un espíritu de entusiasmo evidente. «Por encima de ganar o perder, yo esto lo tomo como algo divertido; en cada viaje, con mis compañeras». Tanto que «ni por un momento» se ha pensado abandonar cuando ha jugado poco o cuando el equipo ha vivido dos descensos desde la élite. «Somos como una montaña rusa esos últimos años».

De todo este tiempo, se queda con los ascensos, pero especialmente el primero en Logroño hace tres temporadas. «Aquello fue increíble por ser esa primera vez». En el último, hace apenas seis meses precisamente en su ciudad natal, todo podía ser más previsible en su resolución, viene a decir la jugadora.

«Estoy en mi ciudad, en mi casa, con mis amigos. Estoy de lujo», asegura cuando se le pregunta si ha podido también plantearse marcharse a otro sitio. Evidentemente no ha sido esa la idea de una deportista que, desde el Colegio Cervantes, del cacereñísimo barrio de El Carneril «desde los ocho o nueve años», ya sabía que iba a ser jugadora de baloncesto, aunque no llegar al nivel que ha alcanzado.

Su mensaje sobre este idílico año en el Al-Qazeres, quinto en Liga Femenina y con billete para la fase final de la Copa de la Reina, es nítido. «Hay que ir a por ella. Este año ya la permanencia prácticamente la tenemos y, tal y como vamos, tenemos que pensar solamente en divertirnos, disfrutar y pasarlo bien en cada partido que juguemos».

No particulariza en agradecimientos Corrales y sí lo globaliza «en mi club y en mi familia» por todo el apoyo que le han dado en todos estos años.

En el equipo el ambiente es el mejor, opina. Aunque su principal apoyo sigue siendo la lesionada Carla, tanto dentro como fuera de la pista, asegura tener muy buena compenetración con las hermanas placentinas, Silvia y María Romero, que «son geniales», adorna. Su relación con el entrenador, Jacinto Carbajal, y su cuerpo técnico y directiva también especial. Y todo ello se verá reflejado el próximo viernes a partir de las 20.45 horas en el Serrano Macayo.