Escribo esta columna de opinión antes de que se disputen los partidos importantes de la jornada en el fútbol extremeño. Y la escribo porque no puedo reprimir mi contrariedad ante lo que sucede, digamos que entre bambalinas, en estas últimas jornadas.

«Oye, José María, que sí, que es cierto, que los partidos se amañan», me decía un futbolista de Tercera antes de publicar en este diario lo de las apuestas y el amaño de encuentros en el fútbol extremeño. El tiempo le dio la razón y me la quitaba a mí, un tanto reacio al principio. No podía ser cierto, pero lo era. Miren si no lo que ha ocurrido.

Esta semana he tenido varias conversaciones con técnicos y futbolistas de Tercera. Esta vez no hemos hablado de apuestas, sino de partidos que, a priori, van a tener un determinado resultado, pero sobre todo de ‘negociaciones’ entre futbolistas y técnicos.

«Que sí, joder, que ese encuentro está ya hablado y el resultado también». Y me lo han comentado de varios partidos, tanto por arriba, para delimitar posiciones de cara a la fase de ascenso, como por abajo, para salvarse o bajar.

Qué quieren que les diga. Me he resistido, de nuevo, a creer que se pueda pactar ganar, empatar o perder. Pero semanas atrás me comentaron un par de resultados puntuales y hete aquí que acertaron de pleno. Qué lástima.

No sé, a esta hora del día, qué pasará a partir de las 18.00. Pero el simple hecho de que esto se plantee y que vaya de boca en boca habla muy mal de la catadura moral de los que falsean la competición. Es verdad que, desde luego, esto ha existido siempre, pero me resisto a aceptar la normalidad, tratándose además de deporte.

Me parecen bien las primas por ganar como motivo motivacional para gente que gana poco dinero. Pero dejarse perder o empatar es de vergüenza. Que les zurzan.