23 años después del último partido del mítico Sergio Morgado como futbolista del Badajoz en Segunda División -1-1 ante el Extremadura en la última jornada de la temporada 94-95-, su hijo César debutó en la competición liguera con el club blanquinegro el domingo frente al Murcia. La saga Morgado continúa y tras la brillantísima carrera de Sergio, exjugador del Atlético durante cinco temporadas y tres más en Primera con el Espanyol, su hijo César sigue sus pasos. En el adiós de Sergio Morgado en el Badajoz, César tenía solo dos años y a sus 25, ya cuenta con una gran experiencia en Segunda B en equipos como el Córdoba B, Mérida, Cultural Leonesa, Villanovense y Valencia Mestalla. «Tenía ganas de debutar», reconoce César, al que una lesión le ha tenido fuera de juego las dos primeras jornadas.

Explica el futbolista que se sintió «bien», aunque reconoce que se le notó la falta de ritmo después de varias semanas parado.

«El empate nos sabe a poco», cuenta, «es una pena no haber ganado». Aún así, prefiere sacar lo positivo de los dos últimos encuentos en casa ante Recre y Murcia, dos equipos que por presupuesto aspiran a lo máximo. «Los dos han sufrido bastante contra nosotros, hemos sido superiores y eso demuestra que podemos competir contra todos. Siguiendo esta línea los resultados llegarán. Ojalá podamos estar arriba, competir y estoy seguro de que saldremos con la cabeza alta esta temporada por la forma de jugar».

Cuenta César Morgado que la competencia en la plantilla es alta en todos los puestos. «El grupo es muy bueno y entrado uno y saliendo otro no habrá diferencia. Hacía muchos años que no estaba en este estadio con la afición y es un lujo como anima. Ojalá podamos darle una alegría a la gente y hacer un año histórico».

Y una anécdota más. El técnico con el que debuta César Morgado es Patxi Salinas, que ya fue compañero de Sergio en la selección española sub-21 a las órdenes del histórico Luis Suárez y con compañeros como Quique Flores y Txixi Beguiristain, entre otros. «Intento aprender de mi padre», indica, «pero soy muy cabezón», concluye César Morgado.