El Bernabeú ya no es vulnerable en las citas europeas frente a equipos italianos. Después de las derrotas frente a la Roma, la Juventus y el propio Milan, los blancos cuajan un partido de notable alto y vencen sin sufrir en demasía a los siempre temibles rossoneri.

A los blancos les bastó con dos minutos de gloria para sentenciar el tercer choque de la fase de grupos de la Champions League y encarrilar su clasificación para los octavos de final de la competición europea.

El primer tanto llegó hacia la mitad del primer tiempo tras un lanzamiento de falta de Cristiano Ronaldo. El portugués emuló a su rival Ronaldinho con la camiseta azulgrana en un enfrentamiento contra el Chelsea y, en un acto de picardía, aprovechó un hueco en la barrera milanista para abrir la lata merengue. Un minuto más tarde, la mala suerte o quizá la euforia local (tanto en jugadores como en la grada) hizo que el alemán Özil marcara el segundo tras rebotar el esférico en el cuerpo de Bonera.

El tridente mágico rossoneri, Pato, Ronaldinho y el recién llegado Zlatan Ibrahimovic, no pudo con la infranqueable y consolidada barrera defensiva local, que colmó una actuación perfecta y desesperó a los milaneses, a los que no les quedó más remedio que optar por disparos desde fuera del área y jugadas a balón parado para sorprender a Íker Casillas. Aún así, ni con el citado tridente ni con las tardías incorporaciones de Robinho e Inzaghi lograron los lombardos el titubeo del capitán merengue, quien también realizó un partido estelar.

El dominio abrumador de los pupilos de Mourinho, así como la fortuna en la definición de estos, fueron las claves de la cita europea en el Bernabéu, que recupera el orgullo frente a los equipos del Calcio italiano. La nota discordante del partido la puso la afición merengue, que dedicó unas palabras bastante desafortunadas al brasileño Robinho. Algo contradictorio siendo que el nuevo ariete milanista hizo disfrutar bastantes tardes a la parroquia blanca durante su estancia en la capital.