El Cacereño vive durante el primer tercio de la temporada un estado de excitación febril. No es para menos. El club regresa a la cima después de haber estado sin ostentar la corona de Tercera desde hace más de cinco años (2001/2002). Tras encadenar una racha de siete partidos triunfales, los propietarios del Príncipe Felipe acumulan más triunfos que nadie y solo Valdivia --(2-1) en la jornada tercera-- fue capaz de batirles.

Las dudas regresaban este verano con el nuevo cambio de entrenador y la enésima renovación de la plantilla. El cambio no ha podido, no obstante, ser más fructífero. El director técnico, Pedro Rossi, ha vuelto a acertar, una vez más, a la hora de contratar futbolistas con hambre de triunfo y a un técnico sobradamente preparado, más allá de sus conocidas cualidades como preparador físico.

Una sola derrota

Eso se traduce en una situación insólita desde hace años: la afición cacereña regresa sorprendida sus ojos hacia la carretera de Salamanca, huérfana de ilusiones y resultados en otros deportes que se han publicitado más y que cuentan con más apoyos institucionales. Las estadísticas son asombrosas. Nacarino, además de apostar por un fútbol más estético, alejado de los bostezos del año pasado, ha convertido su estadio en una fortaleza prácticamente inexpugnable. Seis victorias y un empate les contemplan; fuera solo hincaron la rodilla ante un ascendido revoltoso. El resultado: líder en solitario, con tres puntos de ventaja sobre Don Benito y Villanovense, a los que ha superado, no sin problemas, en sus choques directos.

A estas alturas de la película, el pasado campeonato las cosas no pintaban de manera tan prometedora. Fuera del grupo de cabeza y con tres entrenadores, los verdes ya habían perdido cinco partidos.

El Cacereño se postula como el rival a batir. Nacarino intentará estirar todo lo posible la ´buena flor´ que le adorna desde que se instaló en el banquillo y formar, junto a Rossi, un tandem de garantías para pelear por el ansiado ascenso. El Cacereño ha vuelto a la cima y no le quedan mal el traje.