CIUDAD REAL 29: (17+12): Hombrados; Trives, Kallman (3), Dujshebaev (4), Stefansson (5,2p), Entrerríos (6), Dinart (1) --siete inicial-- Sierra (ps), Prieto (1), Djurkevic, Pajovic, Ortega (1), Uríos (3), Zaky (5).

BARCELONA 18: (7+11): Olander; Carvajal, Jerome Fernandez (1), Iker Romero (1); Franzen, Nagy, Tremps --siete inicial-- Barrufet (ps), Chepkin (2), Hagen (3), O´Callaghan, Fernando Hernández (2), A.Ortega (8,1p) y Solberg (1).

M.C.C.M.: 4-1, 6-3, 7-4, 10-6, 13-7, 17-7 (descanso), 18-19, 21-12, 24-13, 25-15, 26-16, 29-18 (final).

ARBITROS: Cristina Fernández y Permuy.

El Ciudad Real propinó un severo correctivo al Barcelona en el Quijote Arena en la final de la Copa ASOBAL, un título que el conjunto castellano manchego coloca por primera vez en sus vitrinas. El equipo que entrena el emeritense Juan de Dios Román ganó por 11 goles de diferencia (28-19), favorecido por una atmósfera favorable (casi 5.000 seguidores), con una defensa intachable, con sus estrellas a pleno rendimiento y con instinto depredador ante un rival carente de dirección y con escasos recursos para frenar ese vendaval.

El Ciudad Real se mostró así de galáctico especialmente en la primera parte. En esa media hora, la final quedó resuelta (17-7). El equipo de Valero Rivera intentó recuperar el ritmo de partido tras el descanso, pero fue imposible.

OTRA DERROTA Román, con 61 años, dirigió a los suyos hacia un nuevo título, y una segunda victoria consecutiva frente al Barcelona en tan sólo 11 días, puesto que en este mismo escenario el Ciudad Real derrotó por 30-28 en Liga al equipo catalán.

El campeón de las últimas cinco ediciones de la Copa ASOBAL mostró un rostro desconocido frente al Ciudad Real, el actual líder liguero. El Barcelona evidenció que sus esquemas mental y táctico estaban cogidos con alfileres.

BAJAS IMPORTANTES Las ausencias del central Enric Masip (con lumbalgia) y del pivote serbio Dragan Skrbic dejaron tocado el eje ofensivo barcelonista para una final de esta envergadura.

De ello sacó tajada el 5-1 defensivo del Ciudad Real, cuyo adelantado, Jonas Kallman, se empleó con más interés sobre el lateral francés Jerome Fernandez, mientras que el portero José Javier Hombrados, pletórico, frenó los lanzamientos de Iker Romero.

Sin dirección ni poder lanzador, el Barcelona explotó sus últimos recursos, que resultaron insuficientes: meter balones al pivote Chepkin y cargar el juego sobre el genial y resolutivo Antonio Carlos Ortega. El Ciudad Real era un torbellino.